sábado, 22 de julio de 2017

El valle del viento

NAUSICAÄ, PRINCESA DEL VALLE DEL VIENTO
"La contaminación está en la tierra misma. 
Pero, ¿por qué? 
¿Quién ha podido hacerle esto al mundo?
Tengo miedo de mí misma. 
No sé lo que puede llegar a provocar el odio en mí. 
No quiero matar a nadie."

"Nausikaä del Valle del Viento", de Hayao Miyazaki

viernes, 7 de julio de 2017

Caminando, encontré... senderos y vías pecuarias

Nuestros montes están atravesados por caminos, trazados desde muy antiguo. Algunos fueron pensados para conectar una población con otros pueblos vecinos y con sus huertas, fuentes u otros rincones. Otros permitieron establecer una vía de comunicación entre lugares distantes entre sí, como fueron las vías pecuarias. Es interesante descubrir, con la ayuda de viejos mapas, aquellas rutas, centenarias e incluso algunas milenarias, hoy en desuso por haber sido sustituidas por modernas carreteras asfaltadas.

Corral de Chautena, cerca del paso de la Vereda de Castilla por Tales (foto por PCA (c)
Las vías pecuarias que podemos encontrar son vestigios de la extinguida actividad transhumante, principalmente de ganado ovino, entre las tierras del interior turolense o castellano y los campos de Valencia y Castellón. En su mayoría son veredas y cordeles, de menor anchura. La vereda de Castilla, por ejemplo, pasa por diversos puntos de nuestro territorio. La provincia de Valencia está también atravesada por una vía de principal categoría: la Cañada Real de Aragón. Baja desde los montes de Javalambre y atraviesa parte de la Serranía, rodeando el cerro de La Salada, hacia Alcublas y Llíria, para finalizar en la ribera del Turia. Podemos recorrer aquellos tramos que han sobrevivido a la urbanización. Encontraremos corrales y abrigos donde pasaban la noche, abrevaderos y navajos donde abrevaban, azagadores y contadores por donde pasaban para proteger los cultivos y contar las cabezas. Comprenderemos, de este modo, la dureza de la vida y de los viajes en otro tiempo.

Cañada Real de Aragón, contador del Resinero, entre la Salada y Andilla (foto por PCA (c))
Los caminos de herradura y los carreteros, en muchos lugares cuidadosamente empedrados para evitar su erosión, sortean las alturas de las sierras por pasos bien elegidos, cuidando los desniveles máximos y aprovechando la orografía del terreno. ¡Qué maestría la de aquellos peones camineros con la piedra, embaldosando los senderos! Muchos de ellos fueron tan bien diseñados que han sido ampliados y asfaltados y hoy son carreteras utilizadas por vehículos a motor. Este es el caso del paso de Alcalá, en la sierra Calderona, que hoy es el puerto del Oronet de la carretera CV-310 de Burjassot a Torres Torres. Otro ejemplo es el del collado de Íbola, en Espadán, en la carretera CV-200 de Almedíjar a Aín. Pero muchos otros, en cambio, han sido abandonados y sólo son utilizados por excursionistas que desean pasar por ellos como deporte. Este es el caso, por ejemplo, del camino de Algimia de Almonacid a Villamalur, atraviesa la sierra cerca de La Rápita, y también de otras muchas sendas que unían nuestros pueblos.

Camino de herradura del barranco de Agua Negra,
entre Almedíjar y Almonecir (foto por PCA(c))
Muchas rutas senderistas aprovechan hoy estos pasos. Siguiéndolas, podemos imaginar cuán lejos se encontraban unas poblaciones de otras y el esfuerzo que requería salvar estas distancias, cuando se hacía a lomos de un macho o a pie. Es muy importante recuperarlos y evitar que sean ocupados, como suele ocurrir, por la vegetación o por algún desaprensivo deseoso de ampliar sus propiedades. No olvidemos que los caminos son públicos, patrimonio de todos, y no deben perderse.