lunes, 4 de septiembre de 2017

Aprendiz de bruja

- Antes yo podía volar sin pensar siquiera en ello. Pero ahora... ¿De verdad crees que volveré a volar?
- ¡Claro que sí! Sólo hay que esperar a que te llegue la verdadera inspiración. Confiar en tu espíritu. Eso es precisamente de lo que hablo.

"Nicky, la aprendiz de bruja", de Hayao Miyazaki
Sientes que en una jaula dorada estás y que sigues bailando hasta el fin sin decir que no, jamás. Pero entonces tú ves ese cielo abierto y en él navegarás hacia un mágico puerto, con las nubes irás persiguiéndolas hasta que no las veas más. Yo voy a volar, tan alto como tú. Con el viento, con el sol, con la luna, con la luz. No estarán mis pies mucho más sobre el suelo. Soy más fuerte ya y busco en ese cielo una estrella fugaz y yo iré detrás hasta que no la vea más. Yo voy a volar. Y cada lugar desde arriba miraré, las estrellas tocaré y a las nubes voy a acompañar. Y si yo pudiera ayudarte a conseguir que sonrías o al menos calmarte, sentiría que he encontrado por fin mi hogar, que hay más semillas que plantar. Yo voy a volar. Más, más, más, más alto que nunca he de llegar. Voy a volar, voy a volar... hasta lo más alto he de llegar.

viernes, 4 de agosto de 2017

Caminando encontré... alcornoques y castaños en Espadán

La Sierra de Espadán ha sido calificada por algunos autores como montaña-hormiguero, término que puede parecer exagerado, pero que ilustra la medida en que, durante la Edad Media, fue superada su capacidad de albergar población y de proporcionar recursos a sus habitantes, dejando de ser el vergel que en épocas antiguas fue. La sobreexplotación a la que fue sometida la tierra provocó que, durante muchos siglos, casi toda su superficie estuviera cultivada o arrasada por el ganado. También erosionó el terreno la proliferación de canteras donde obtener la piedra, caliza o rodeno, que constituía la materia prima de todas las construcciones que debían perdurar.
Alcornocal del valle de Mosquera (foto por PCA (c)). 
No fue hasta el siglo XVII, cuando quedó la sierra despoblada por la expulsión de los moriscos, que los bosques recuperaron su frondosidad. Más tarde, en el XVIII, al repoblarse la zona, los nuevos habitantes volvieron a cultivar las huertas y ampliaron también la extensión del bosque, especialmente plantando una nueva especie arbórea, el alcornoque, cuya explotación desarrolló una nueva industria. La producción del corcho, utilizado para tapones y materiales aislantes, trajo cierta riqueza a la comarca a lo largo de los siglos posteriores, durante los cuales proliferaron factorías y almacenes de corcho en Eslida, Villamalur y Almedíjar. La moderna aparición de materiales sintéticos, como los polímeros, más baratos de producir y con mejor estanqueidad, amenaza de momento el futuro de este oficio. De peladores de corcho, sólo quedan unas pocas familias. Cada 10 años, se encargan de sacar la corteza con sus herramientas tradicionales. Y, cómo antaño, transportan el preciado material a lomos de burritos, único medio capaz de acceder a los lugares de trabajo más recónditos.

Alcornoques recién pelados en la Mosquera (foto por PCA (c))
La altitud de la sierra, moderada pero suficiente, la composición del suelo, formado por silicatos ácidos, y el microclima reinante, caracterizado por mantener la humedad del mar que entra por los barrancos orientados a levante, han favorecido el desarrollo no sólo del alcornoque, sino también de otras especies del género quercus, como es la encina (carrasca) y la coscoja, cuyo fruto sirve de alimento a la fauna de la sierra y entre cuyas raíces suele encontrarse la apreciada trufa. 

No se sabe quién trajo a la sierra una nueva especie arbórea, el castaño, que milagrósamente ha arraigado en la ladera septentrional. Un puñado de bosquetes se reparten muy cerca de los picos Rápita y Espadán. En primavera, puede apreciarse la diferencia de tonalidad de sus copas entre el verde del pino y del alcornoque. En otoño, ponen una nota de color ocre al paisaje.

Castaños en la ladera de la Rápita, cerca del Jinquer (foto por PCA (c))
Otro árbol característico de la zona es el almez, cuya madera ha sido utilizada desde antiguo como materia prima en la fabricación de bastones y mangos para herramientas. En Vall de Almonacid, Castellnovo y otros pueblos cercanos funcionaron hasta bien entrado el siglo XX varias fábricas. Lamentablemente, la última generación de estos artesanos ya desapareció.

sábado, 22 de julio de 2017

El valle del viento

NAUSICAÄ, PRINCESA DEL VALLE DEL VIENTO
"La contaminación está en la tierra misma. 
Pero, ¿por qué? 
¿Quién ha podido hacerle esto al mundo?
Tengo miedo de mí misma. 
No sé lo que puede llegar a provocar el odio en mí. 
No quiero matar a nadie."

"Nausikaä del Valle del Viento", de Hayao Miyazaki

viernes, 7 de julio de 2017

Caminando, encontré... senderos y vías pecuarias

Nuestros montes están atravesados por caminos, trazados desde muy antiguo. Algunos fueron pensados para conectar una población con otros pueblos vecinos y con sus huertas, fuentes u otros rincones. Otros permitieron establecer una vía de comunicación entre lugares distantes entre sí, como fueron las vías pecuarias. Es interesante descubrir, con la ayuda de viejos mapas, aquellas rutas, centenarias e incluso algunas milenarias, hoy en desuso por haber sido sustituidas por modernas carreteras asfaltadas.

Corral de Chautena, cerca del paso de la Vereda de Castilla por Tales (foto por PCA (c)
Las vías pecuarias que podemos encontrar son vestigios de la extinguida actividad transhumante, principalmente de ganado ovino, entre las tierras del interior turolense o castellano y los campos de Valencia y Castellón. En su mayoría son veredas y cordeles, de menor anchura. La vereda de Castilla, por ejemplo, pasa por diversos puntos de nuestro territorio. La provincia de Valencia está también atravesada por una vía de principal categoría: la Cañada Real de Aragón. Baja desde los montes de Javalambre y atraviesa parte de la Serranía, rodeando el cerro de La Salada, hacia Alcublas y Llíria, para finalizar en la ribera del Turia. Podemos recorrer aquellos tramos que han sobrevivido a la urbanización. Encontraremos corrales y abrigos donde pasaban la noche, abrevaderos y navajos donde abrevaban, azagadores y contadores por donde pasaban para proteger los cultivos y contar las cabezas. Comprenderemos, de este modo, la dureza de la vida y de los viajes en otro tiempo.

Cañada Real de Aragón, contador del Resinero, entre la Salada y Andilla (foto por PCA (c))
Los caminos de herradura y los carreteros, en muchos lugares cuidadosamente empedrados para evitar su erosión, sortean las alturas de las sierras por pasos bien elegidos, cuidando los desniveles máximos y aprovechando la orografía del terreno. ¡Qué maestría la de aquellos peones camineros con la piedra, embaldosando los senderos! Muchos de ellos fueron tan bien diseñados que han sido ampliados y asfaltados y hoy son carreteras utilizadas por vehículos a motor. Este es el caso del paso de Alcalá, en la sierra Calderona, que hoy es el puerto del Oronet de la carretera CV-310 de Burjassot a Torres Torres. Otro ejemplo es el del collado de Íbola, en Espadán, en la carretera CV-200 de Almedíjar a Aín. Pero muchos otros, en cambio, han sido abandonados y sólo son utilizados por excursionistas que desean pasar por ellos como deporte. Este es el caso, por ejemplo, del camino de Algimia de Almonacid a Villamalur, atraviesa la sierra cerca de La Rápita, y también de otras muchas sendas que unían nuestros pueblos.

Camino de herradura del barranco de Agua Negra,
entre Almedíjar y Almonecir (foto por PCA(c))
Muchas rutas senderistas aprovechan hoy estos pasos. Siguiéndolas, podemos imaginar cuán lejos se encontraban unas poblaciones de otras y el esfuerzo que requería salvar estas distancias, cuando se hacía a lomos de un macho o a pie. Es muy importante recuperarlos y evitar que sean ocupados, como suele ocurrir, por la vegetación o por algún desaprensivo deseoso de ampliar sus propiedades. No olvidemos que los caminos son públicos, patrimonio de todos, y no deben perderse.

sábado, 24 de junio de 2017

Los corazones cambian

SOPHIE (En la infancia de Howl)
Sé cómo puedo ayudarte. ¡Búscame en el futuro!

SOPHIE (En el presente)
Howl, lo siento. ¿Llego demasiado tarde? No quería hacerte esperar tanto. Necesito que me lleves donde está Cálcifer. Si puedes.

"El castillo ambulante", de Hayao Miyazaky
(Se ha roto el hechizo: Howl recupera su corazón y Cálcifer, el demonio del fuego, es liberado)
HOWL y SOPHIE
- Me encuentro muy mal, como si tuviera un gran peso en el pecho.
- Un corazón es una pesada carga.
- Sophie, tu pelo parece brillar con la luz de las estrellas. ¡Es precioso!
- Gracias. ¡Te quiero!

jueves, 8 de junio de 2017

Caminando encontré... azudes, acequias y aceñas

Desde siempre, el ser humano ha querido dominar el agua. Las primeras civilizaciones se dieron cuenta de que, para no depender de la voluntad de los dioses, debían idear soluciones contra la sequía. Acumular el agua en el curso alto de los cauces, fue útil si se podía liberar más tarde a voluntad. Así nacieron los embalses. 

En la Sierra Espadán hay uno que tiene su origen en la época de dominación romana. La presa de Ajuez, en el municipio de Chóvar, embalsa el agua del barranco homónimo, para poder utilizarla en el consumo urbano y el riego de los campos, cuando los manantiales que lo abastecen, de irregular caudal, se agostan. 

Embalse de Ajuez, en Chóvar (foto por PCA (c))
Aguas abajo de la presa de Ajuez, todavía queda en pie una construcción de piedra de rodeno, que albergó una noria. Ya no se usa y el mecanismo ha desaparecido. Pero debió de ser similar a otro, más grande, que aún funciona en la población de Casas del Río, junto al río Cabriel. Cómo en este caso, se utilizaba para subir el agua del barranco hasta la acequia que la reparte entre los huertos que se encuentran a un nivel superior al del cauce.
La noria de Casas del Río (foto por PCA (c))
Determinado tipo de presas, llamadas azudes, permiten desviar el agua hacia las acequias que nacen al mismo nivel que el cauce que las alimenta. Saliendo de Alfondeguilla por camino de Eslida, un poco antes de la fuente del Frare, hay un azud en el río Belcaire que, por la técnica de sillares utilizada en su construcción, podría ser de la época romana.

L'Arquet d'Alfondeguilla (foto por PCA(c))
Muchas veces, las acequias, en su camino hacia los campos, deben salvar obstáculos o desniveles. En tal caso, y para no perder la cota, se han construido acueductos y sifones que llevan el agua de un lado a otro de la dificultad a sortear. En los alrededores de Alfondeguilla hay varios acueductos. Uno de ellos, de origen romano, llamado "El Arquet", salva el río Belcaire en un paraje de gran belleza, aguas arriba del pueblo.

Antes de acabar regando las huertas, puede aprovecharse la fuerza del agua si se le hace caer por un desnivel. La energía hidráulica se ha empleado tradicionalmente para diversos usos. Si mueve una piedra para moler el grano de cereal, el artefacto se llama aceña o molino. Si mueve unos mazos para abatanar la lana, se trata de un batán. El agua, que llega desde un nivel superior, normalmente una pequeña balsa, se deja caer sobre el caz, adquiriendo suficiente energía cinética para mover las palas de madera del rodezno. Un eje transmite el movimiento a la piedra o a los mazos. El agua, más tarde, sale por el socaz, libre para otros usos.

Molineros y bataneros eran los encargados del cuidado de estos mecanismos y aseguraban su correcto funcionamiento. Lástima que, con el abandono de los campos de cereal de nuestros montes y la aparición de los tejidos de algodón y sintéticos, ya no tuvieron más su razón de ser. En el barranco de la Caridad, cerca de Aín, quedan en pie varias aceñas maravillosamente restauradas como vivienda ocasional, como los molinos del Arco y de Guinza.

El molino de Guinza en Aín (foto por PCA (c))
¡Qué ingenio el de nuestros antepasados! Estos fundamentos para embalsar, transportar y aprovechar el agua han pervivido durante milenios y son los mismos en los que se basan las presas, los canales y las centrales hidroeléctricas de hoy en día.

sábado, 20 de mayo de 2017

La sexta parada


"No se puede vencer al poder del amor"
CHIHIRO y HAKU
- ¿Chi-hi-ro? Ah, ¡es mi nombre!
- Yubaba domina a los demás robando sus nombres. Aquí te llamas Sen, pero conserva tu verdadero nombre como un secreto.
- Por poco lo olvido y me convierto en Sen para siempre.
- Si te roba el nombre jamás podrás regresar a tu casa. Yo hace tiempo que no recuerdo el mío. Pero lo que es curioso es que yo recuerde el tuyo.

CHIHIRO y KAMAJI                            
- Kamaji, voy a devolverle esto a la hermana  

de Yubaba. Le pediré disculpas y le diré 
que ayude a Haku. Dime dónde vive.
- ¿Irás a ver a Zeniba? Es una bruja 
aterradora.
- Por favor. Haku me ayudó. Ahora quiero 
ayudarle yo.
- Se puede llegar allí. Escucha. Es la sexta parada. Se llama Fondo del Pantano. Procura no equivocarte. Antes había un tren de ida y vuelta. Pero ahora lo hay sólo de ida. ¿Aún quieres ir?
- Sí. Volveré caminando, siguiendo
las vías. Te prometo que volveré,
Haku. No puedes morir.
"Spirited Away (El Viaje de Chihiro)" de Hayao Miyazaki


"Nada de lo que sucede se olvida jamás, aunque no puedas recordarlo"
CHIHIRO y HAKU
- Escucha Haku, la verdad es que yo no lo recuerdo, pero mi madre me contó que una vez cuando era pequeña me caí a un río y que luego al cabo de unos años lo secaron y construyeron encima. Pero acabo de acordarme de cómo se llamaba el río. Su nombre era... Río Kohaku. Tu verdadero nombre es Kohaku.
- Muchas gracias, Chihiro. Mi verdadero nombre es Nigihayami Kohaku Nushi. Y ahora también recuerdo que caíste dentro de mí cuando aún eras muy pequeña, se te había caído el zapato.
- Si, y tú me llevaste hasta donde el agua no cubría, Kohaku. Te lo agradezco.