martes, 4 de octubre de 2016

El futuro ya no es lo que era

Ya nadie usa monóculo para corregir la vista, aunque le quede un ojo bueno. Ya nadie pone un telegrama cuando quiere enviar un mensaje urgente. Ya nadie va a comprar el pan con una bolsa de ganchillo. Al pañuelo de tela, le queda apenas unos pocos estornudos de existencia. Hasta las palabras cambian su significado. Las pizarras ya no son de pizarra. La droguería ya no vende droga. Y quien es habitante de una villa no es necesariamente un villano. Todo esto es consecuencia inequívoca del paso del tiempo.

¿Qué será lo siguiente? ¿Que futuros nos esperan? Una cosa es segura: cualquiera que sea el que nos toque vivir estará hecho de demencia virtual

"Virtual Insanity", by Jamiroquai

Una demencia que entra por nuestras cajas personales, esas que todos llevamos en el bolsillo, y nos trastorna en forma diversas: interrumpe nuestras conversaciones, interfiere la compresión de nuestro entorno, distrae nuestra atención, nos informa de la llegada de inútiles mensajes, nos recuerda las próximas urgencias banales... Locura adictiva que nos convierte en yonkis del contacto; pero no del físico.

"La caja", foto por PCA (c)
Varias veces al día necesitamos nuestra dosis y la buscamos en todos los buzones que tiene la caja. Contactos virtuales, a través de los cuales nos van llegando infinitos mensajes: recibidos, reenviados, compartidos, copiados, reiterados y fácilmente olvidados. Satisfecha la necesidad, quedamos tranquilos y volvemos a prestar atención a lo que nos rodea. Pero apenas unos minutos después, volvemos a escarbar entre nuestras alertas y notificaciones en busca de más.

Es preocupante esta necesidad de contacto virtual. Quien entra en esta vorágine ya no puede salir. Empiezas buscando sólo una vez al día, quizá antes de acostarte. Después pasas a buscar también al despertar. Más tarde, lo haces 4, 6, 8 veces al día. Al poco tiempo, te das cuenta de que necesitas 20 minutos de cada hora en revisar tus buzones. Y es cuando ya no puedes dejar de contestar cada nuevo mensaje que interrumpe tu conversación, que se cuela en tu reunión, que se mete en tu cama entre tu pareja y tú. La caja personal y sus buzones han llegado para quedarse. Ella dominará nuestros posibles futuros. 

Una cosa es segura: el futuro que será ya no es lo que era.

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