sábado, 18 de febrero de 2017

Soy un lobo

(Mientras el mundo libra una guerra sangrienta, las bestias han bajado de las montañas para defender el bosque amenazado por los hombres y comienzan a atacar aldeas y cuidades.)

LADY EBOSHI
Ayúdame a matar al Espíritu del Bosque, Ashitaka.
"La princesa Mononoke", por Hayao Miyazaki

ASHITAKA
¿Serias capaz de matar al mismo corazón del bosque?

LADY EBOSHI
Cuando el bosque desaparezca y no haya más lobos, esta será la tierra más próspera del mundo. Y la princesa lobo se volverá humana.

ASHITAKA
¿La princesa lobo?

LADY EBOSHI
Mononoke, la princesa de los espíritus de las bestias. Los lobos robaron su alma y vive para matarme.


(Mononoke, llamada San por su madre adoptiva, la diosa loba guardiana del bosque, fracasa en su intento de atentado contra Lady Eboshi. Cuando Ashitaka le ayuda a escapar, es herido de un disparo.)

ASHITAKA
Intentaba que no te mataran a ti.

MONONOKE-SAN
No me importa morir con tal de alejar a los humanos del bosque.

ASHITAKA
Lo que pretendo es que los humanos y el bosque puedan vivir en paz.

(La guerra ha terminado y los hombres han conseguido decapitar al espíritu del bosque.
Una gran mancha negra es extiende por la tierra y el bosque está desapareciendo. Mononoke y Ashitaka observan la destrucción en medio del caos.)

MONONOKE-SAN
Vete. Los humanos merecéis morir.
"La princesa Mononoke", por Hayao Miyazaki

ASHITAKA
Sí. Yo soy humano, San, pero tú también. 

MONONOKE-SAN
¡Ya basta! Soy un lobo, ¿me oyes?

ASHITAKA
(aproximándose a Mononoke)
San... 

MONONOKE-SAN
(levantando el puño)
¡No te acerques!

ASHITAKA
(mientras San lo apuñala en el pecho con una pequeña daga de piedra)
Lo siento. Traté de impedir que pasara esto.

MONONOKE-SAN
(abrazada a Ashitaka)
Se acabó, se acabó todo. El bosque está muerto.

ASHITAKA
No ha acabado nada. Nosotros dos seguimos vivos. ¿Vas a ayudarme, San?


(Siempre hay esperanza. El Espíritu del Bosque no puede ser destruido. Él decide qué debe vivir y qué debe morir. El bosque revivirá y los hombres podrán vivir en paz si lo desean así.)

sábado, 4 de febrero de 2017

Caminando, encontré... neveros y ventisqueros

En los siglos XVIII y siguiente, se desarrolló una industria que tuvo gran demanda: la fabricación del hielo para la conservación de alimentos. De aquella época es la red de depósitos o cavas que podemos encontrar caminando por nuestras sierras, principalmente en la cara norte de las crestas. Estos pozos, normalmente con paredes circulares forradas en piedra, se llaman neveros si tienen techo, o ventisqueros si carecen de él.

Ventisquero Royo, en la sierra de la Bellida (foto por PCA (c))
Nevero se llamó también el sacrificado oficio de los habitantes de nuestras montañas, los cuales, en los días favorables tras las nevadas, salían con palas para acumular la nieve caída dentro del pozo, colocándola, bien prieta, en capas separadas por pajas, que permitieran más tarde su separación en barras de un determinado grosor. Los días más fríos del invierno, cuando la nieve cubría los campos e impedía realizar las tareas agrícolas, eran dedicados a llenar los depósitos. Y allí se conservaba, congelada, gracias a las bajas temperaturas, hasta la primavera. Era entonces cuando se sacaba del pozo ya convertida en hielo.

La tarea comenzaba al ocaso. Se cortaba con largas sierras el hielo en barras, que se cargaban en carros. Y, así, durante toda la noche, para evitar que el calor pudiera derretirlo, se transportaba a la ciudad, donde se llegaba al alba para venderlo en el mercado y en casas particulares. Quien sea curioso, podrá descubrir, cerca de Alcublas, más arriba de los corrales de Solimán, las rodadas en la roca que horadaron los carros cargados de hielo, que bajaban de los ventisqueros de la Bellida, en su camino hacia Valencia. Viendo el desnivel que salva el camino y sabiendo que ese trayecto se recorría en la oscuridad de la noche, podemos hacernos una idea del fatigoso trabajo que debían de realizar hombres y bestias para evitar que los carros se despeñaran por su propio peso.



Nevero de Cuatro Caminos o de Villamalur (foto por PCA (c))
La sierra de la Bellida, cerca del poblado de Canales, es una zona de gran concentración de esos depósitos, donde existen más de 50 ventisqueros, algunos de ellos, como el llamado Del Fraile, de imponente tamaño. En la sierra de Espadán se construyeron un importante número neveros, de los que pueden encontrarse algunos en diferentes estados de conservación: el de Castro, cerca de Alfondeguilla; el del Pinar del Retor, en el camino de Aín a Chóvar, el de Almonecir, entre Algimia y Alcudia de Veo; el del Carro, cerca de Matet; el de la Atalaia, en Suera; el de Cuatro Caminos, cerca del camino de Matet a Villamalur. También podemos descubrirlos en la sierra de Mariola, en Els Ports, junto al Penyagolosa e incluso hay alguno en la sierra Calderona.

Buscadlos. Están en nuestros montes, algo escondidos pero, casi siempre, bien comunicados por caminos carreteros con las vías principales de comunicación entre los pueblos. Son vestigios de un tiempo, en el que la nieve era más protagonista que hoy en los inviernos, y de un oficio, que desapareció con la mecanización y la producción industrial.