sábado, 4 de febrero de 2017

Caminando, encontré... neveros y ventisqueros

En los siglos XVIII y siguiente, se desarrolló una industria que tuvo gran demanda: la fabricación del hielo para la conservación de alimentos. De aquella época es la red de depósitos o cavas que podemos encontrar caminando por nuestras sierras, principalmente en la cara norte de las crestas. Estos pozos, normalmente con paredes circulares forradas en piedra, se llaman neveros si tienen techo, o ventisqueros si carecen de él.

Ventisquero Royo, en la sierra de la Bellida (foto por PCA (c))
Nevero se llamó también el sacrificado oficio de los habitantes de nuestras montañas, los cuales, en los días favorables tras las nevadas, salían con palas para acumular la nieve caída dentro del pozo, colocándola, bien prieta, en capas separadas por pajas, que permitieran más tarde su separación en barras de un determinado grosor. Los días más fríos del invierno, cuando la nieve cubría los campos e impedía realizar las tareas agrícolas, eran dedicados a llenar los depósitos. Y allí se conservaba, congelada, gracias a las bajas temperaturas, hasta la primavera. Era entonces cuando se sacaba del pozo ya convertida en hielo.

La tarea comenzaba al ocaso. Se cortaba con largas sierras el hielo en barras, que se cargaban en carros. Y, así, durante toda la noche, para evitar que el calor pudiera derretirlo, se transportaba a la ciudad, donde se llegaba al alba para venderlo en el mercado y en casas particulares. Quien sea curioso, podrá descubrir, cerca de Alcublas, más arriba de los corrales de Solimán, las rodadas en la roca que horadaron los carros cargados de hielo, que bajaban de los ventisqueros de la Bellida, en su camino hacia Valencia. Viendo el desnivel que salva el camino y sabiendo que ese trayecto se recorría en la oscuridad de la noche, podemos hacernos una idea del fatigoso trabajo que debían de realizar hombres y bestias para evitar que los carros se despeñaran por su propio peso.



Nevero de Cuatro Caminos o de Villamalur (foto por PCA (c))
La sierra de la Bellida, cerca del poblado de Canales, es una zona de gran concentración de esos depósitos, donde existen más de 50 ventisqueros, algunos de ellos, como el llamado Del Fraile, de imponente tamaño. En la sierra de Espadán se construyeron un importante número neveros, de los que pueden encontrarse algunos en diferentes estados de conservación: el de Castro, cerca de Alfondeguilla; el del Pinar del Retor, en el camino de Aín a Chóvar, el de Almonecir, entre Algimia y Alcudia de Veo; el del Carro, cerca de Matet; el de la Atalaia, en Suera; el de Cuatro Caminos, cerca del camino de Matet a Villamalur. También podemos descubrirlos en la sierra de Mariola, en Els Ports, junto al Penyagolosa e incluso hay alguno en la sierra Calderona.

Buscadlos. Están en nuestros montes, algo escondidos pero, casi siempre, bien comunicados por caminos carreteros con las vías principales de comunicación entre los pueblos. Son vestigios de un tiempo, en el que la nieve era más protagonista que hoy en los inviernos, y de un oficio, que desapareció con la mecanización y la producción industrial.

5 comentarios:

  1. Muy interesante lo que nos dices. También he visitado una nevera de esas en la Sierra de Chiva, de camino a la loma del cuco. Bonita excursión en bici, además.

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  3. Otro nevero que he podido ver está en la Sierra del Toro, cerca ya de la cima de La Salada. Tema apasionante.

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    1. Ya me dirás donde está ese. He estado dos veces buscándolo alrededor de las peñas del Diablo y no lo he encontrado.

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    2. Justo antes de llegar a la cima de La Salada, sale una pista a mano izquierda. Se sigue y, un poco más adelante, se gira a mano izquierda en dirección a Arteas de Arriba. Te encuentras con las Peñas del Diablo. En un cruce de caminos, a mano izquierda, y ya estás cerca. Este domingo quiero dar una vuelta por esa zona si el tiempo no es demasiado malo.

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