Ventisquero Royo, en la sierra de la Bellida (foto por PCA (c)) |
La tarea comenzaba al ocaso. Se cortaba con largas sierras el hielo en barras, que se cargaban en carros. Y, así, durante toda la noche, para evitar que el calor pudiera derretirlo, se transportaba a la ciudad, donde se llegaba al alba para venderlo en el mercado y en casas particulares. Quien sea curioso, podrá descubrir, cerca de Alcublas, más arriba de los corrales de Solimán, las rodadas en la roca que horadaron los carros cargados de hielo, que bajaban de los ventisqueros de la Bellida, en su camino hacia Valencia. Viendo el desnivel que salva el camino y sabiendo que ese trayecto se recorría en la oscuridad de la noche, podemos hacernos una idea del fatigoso trabajo que debían de realizar hombres y bestias para evitar que los carros se despeñaran por su propio peso.
Nevero de Cuatro Caminos o de Villamalur (foto por PCA (c))
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La sierra de la Bellida, cerca del poblado de Canales, es una zona de gran concentración de esos depósitos, donde existen más de 50 ventisqueros, algunos de ellos, como el llamado Del Fraile, de imponente tamaño. En la sierra de Espadán se construyeron un importante número neveros, de los que pueden encontrarse algunos en diferentes estados de conservación: el de Castro, cerca de Alfondeguilla; el del Pinar del Retor, en el camino de Aín a Chóvar, el de Almonecir, entre Algimia y Alcudia de Veo; el del Carro, cerca de Matet; el de la Atalaia, en Suera; el de Cuatro Caminos, cerca del camino de Matet a Villamalur. También podemos descubrirlos en la sierra de Mariola, en Els Ports, junto al Penyagolosa e incluso hay alguno en la sierra Calderona.
Buscadlos. Están en nuestros montes, algo escondidos pero, casi siempre, bien comunicados por caminos carreteros con las vías principales de comunicación entre los pueblos. Son vestigios de un tiempo, en el que la nieve era más protagonista que hoy en los inviernos, y de un oficio, que desapareció con la mecanización y la producción industrial.
Buscadlos. Están en nuestros montes, algo escondidos pero, casi siempre, bien comunicados por caminos carreteros con las vías principales de comunicación entre los pueblos. Son vestigios de un tiempo, en el que la nieve era más protagonista que hoy en los inviernos, y de un oficio, que desapareció con la mecanización y la producción industrial.
Muy interesante lo que nos dices. También he visitado una nevera de esas en la Sierra de Chiva, de camino a la loma del cuco. Bonita excursión en bici, además.
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ResponderEliminarOtro nevero que he podido ver está en la Sierra del Toro, cerca ya de la cima de La Salada. Tema apasionante.
ResponderEliminarYa me dirás donde está ese. He estado dos veces buscándolo alrededor de las peñas del Diablo y no lo he encontrado.
EliminarJusto antes de llegar a la cima de La Salada, sale una pista a mano izquierda. Se sigue y, un poco más adelante, se gira a mano izquierda en dirección a Arteas de Arriba. Te encuentras con las Peñas del Diablo. En un cruce de caminos, a mano izquierda, y ya estás cerca. Este domingo quiero dar una vuelta por esa zona si el tiempo no es demasiado malo.
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