El carboneo fue otra de aquellas actividades características de las localidades de montaña, relegada al olvido. A partir de la quema lenta de la madera, se obtenía el carbón, que se comercializaba como combustible para hornos y estufas. La materia prima utilizada dependía de la vegetación arbórea que dominara el territorio en cuestión. Principalmente, en nuestros montes se utilizaba madera de carrascas y alcornoques, y también era muy apreciada la sabina donde predominaba.
Aunque son difíciles de encontrar, si damos un paseo por nuestros montes, pueden descubrirse las carboneras. Son los vestigios que quedan de esta práctica ancestral, de los que apenas se distinguen unos círculos de piedra que delimitan espacios de suelo oscurecidos por la combustión.
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Carboneras de Chóvar (foto por PCA(c)) |
Mucho más probable es encontrar caleras. Se tratan de hornos de cal, de forma circular, construidos con muretes de piedra, siempre en terreno de rocas calizas. S
ervían para obtener a partir de ellas, y tras un proceso de calcinación, tan preciado material para la construcción de viviendas, ya que, además de embellecer las paredes de blanco, permitía mantener un buen nivel de salubridad en su interior.
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Calera, cerca de Caudiel (foto por PCA (c)) |
Carboneros y caleros eran oficios tradicionales que hoy han desaparecido, y los artefactos que utilizaban se encuentran en peligro de desaparecer. Las carboneras y los hornos que podemos encontrar en nuestros paseos por el monte están en estado ruinoso, desmoronadas sus piedras por el suelo y cubiertos por vegetación. Valdría la pena invertir en su recuperación al menos como homenaje a las personas que hicieron de estas prácticas su vida. Se trata en realidad de nuestro patrimonio cultural y etnológico. Convendría mantener vivo el recuerdo de estos usos y técnicas de nuestros antepasados, hoy en riesgo de ser olvidados en pocos años.
Hace poco tuve una conversación con tres vecinos de Caudiel, de 86 años y 84,que trabajaron como caleros.
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