La Sierra Espadán y su continuación la Sierra Espina constituyen una gran cadena montañosa que se extiende transversalmente a lo ancho de la provincia de Castellón. Desde La Plana de Nules, muy cerca del mar, hasta el altiplano de Barracas, casi lindando con tierras de Aragón, se van encadenando varias cimas importantes que rondan los 1000 metros de altitud. En el macizo de Espadán propiamente dicho, al Font de Cabres y el Puntal de l'Aljub, le siguen los altos de La Batalla, La Pastora (también llamado pico Espadán), La Rápita (que, con sus 1.103 metros sobre el nivel del mar, es la cima más alta de la sierra) y El Pinar. Estas alturas, donde predomina el suelo silíceo, principalmente de origen triásico, como los rodenos, sirven de línea divisoria de aguas entre la cuenca del río Palancia y la del Mijares.
Algunos montes, como el Alto de las Palomas (de 1.156 msnm.), dan continuidad a la sierra hacia el noroeste, entre los términos municipales de Caudiel y Montán, hasta el macizo de la Sierra Espina, en el que domina sobre la población de Pina de Montalgrao el Pico de Santa Bárbara (con 1.402 msnm. es la segunda cima más alta de la provincia), ya casi en el límite con Teruel. En esta prolongación domina el suelo calizo con presencia de grandes bloques calcáreos, salvo en el Santa Bárbara donde volvemos a encontrar los suelos ácidos del rodeno.
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Hornos de mercurio en Chóvar (foto por PCA(c)) |
La explotación de los recursos naturales fue clave para el desarrollo de los pueblos que se asentaron en estas tierras. La minería fue una de las actividades principales en este sentido. Por ambas sierras, proliferan las cuevas y galerías de acceso a las vetas. Junto a ellas, todavía permanecen en pie muchas de las construcciones utilizadas como vivienda de los trabajadores o para el almacenamiento, tratamiento y selección de los minerales. Muchas de las pistas de acceso a estos parajes tienen su origen en los caminos carreteros practicados para el transporte de los materiales desde las explotaciones mineras. En algún caso, incluso pueden verse postes de antiguos tendidos eléctricos a lo largo de todo el recorrido desde los núcleos de población más cercanos. Vamos a nombrar aquí las que se reparten en los términos municipales de Artana, Eslida y Chóvar.
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Mina del Agua en Artana (foto por PCA (c)) |
Una ruta interpretativa, con los respectivos carteles indicadores, parte de Artana y nos acerca a las minas del Caballo, la del Agua y la 800, en la falda noroeste del monte Puntal. Estas antiguas minas de hierro eran ya conocidas y explotadas en tiempos de la dominación romana.
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Mina del Socavón en Chóvar (foto por PCA (c)) |
Lo mismo se sospecha de las minas de cobalto en Eslida. Este apreciado mineral para la decoración de cerámicas se obtenía de los alrededores del monte Terraguán. Varios senderos atraviesan esa zona, donde pueden verse las galerías y los derrumbaderos.
En el término municipal de Chóvar, existen varias minas de cinabrio, mineral del que se obtiene el azogue o mercurio, que tuvieron su mayor actividad durante los siglos XIX y XX. Su producción se mantuvo hasta 1970, década en la que quedaron abandonadas, al dejar de ser rentables. Y así quedaron en pleno monte restos de vías y vagonetas, canalizaciones y tolvas, hornos y depósitos, viviendas para los mineros y otras construcciones, como recuerdo de un pasado más próspero para el municipio.
Estos restos son hoy museos al aire libre de unos usos y oficios que, por las toscas herramientas de aquella época y las precarias vías de comunicación en estos parajes, se desarrollaron en condiciones penosas.
Interesante.
ResponderEliminarEste verano haré una excursión a la mina Gertrudis en Pavías con mi suegro. Es una mina de cobre explotada aún a principios del siglo xx,para los colorantes de la fábrica de loza de Navajas.