jueves, 17 de diciembre de 2015

Memorias de D. Manuel Aparici Cerveró (III)

Otros trabajos destacables salieron también del Taller Aparici.

Varios portales más en el Ensanche de Valencia, como la puerta del portal de la casa de D. Arturo Olcina en calle Cirilo Amorós 36, proyecto de Manuel Aparici.

Portal de la calle Cirilo Amorós 36 de Valencia
Los trabajos de artesana de hierro forjado y repujado instalados en el recibidor de calle Pizarro 13-4ª, que han sido dibujados y construidos con mis propias manos: silueta de Virgen con el Niño y soporte de maceta, varios crucifijos, lámpara estilo renacimiento, silueta repujada en cuarto de Lloc Nou d'en Fenollet (cerca de Xàtiva), silueta de la Virgen de Lourdes regalada a la parroquia de Lourdes en la calle República Argentina de Valencia y otra en la calle Cardenal Benlloch 84-15ª.

Virgen con el niño, paloma y soporte para maceta
También he construido y reformado tres coches para niños que han sido la diversión de mis hijos y después de mis nietos. El primero fue de origen francés, con unas ruedas de madera que mandé tornear; parecía que tenían neumáticos hasta tal extremo que en aquella época de 1940 la gente se paraba para tocar con la mano y para ver si las ruedas eran de goma. Llamaba la atención ver a los dos hermanitos montados juntos corriendo con sus cochecitos por los Viveros de Valencia.


Coches para niños, pilotados por dos de sus nietos
Inventé un sistema mecánico para el cierre de puertas arriba y abajo y cerradura de seguridad, que patenté con los números 224187 y 224188 y de Propiedad Industrial, el 26 de abril de 1977 (existen con anterioridad otras patentes, buscar comprobantes).

El desarrollo de este sistema y la instalación de miles de cierres de seguridad me ocupó mucho tiempo extra por lo que no pude estar tan en contacto con mi familia como yo hubiera querido; pero estaba en plena época de trabajo y de producción profunda, de desarrollar todos los conocimientos que había adquirido en mis estudios. Con este invento me anticipé al problema de la seguridad ciudadana. Un Sr. Juez dijo que yo estaba haciendo un trabajo social y humanitario pues evitaba el robo. Me dijo: "Si yo fuera ladrón y fracasara en mi intento de robo, me dejaría el oficio". Una vez resueltos todos los problemas mecánicos, comencé su fabricación semi en serie, con sus troqueles y aplicación en máquina prensa de 20 toneladas. Todo hubo de pasar por mis manos, sin ayuda de nadie.

Aparte de todo lo mencionado, construí los hierros forjados de la fachada del edificio en calle Jorge Juan 9. Por reforma falta una reja grande en la planta baja, cuyo dibujo está en la colección de trabajos de cerrajería que conservo.

Como ya estaba todo en marcha en la cerrajería, con el personal formado por mí, entonces fue el momento de dedicar el tiempo a la enseñanza laboral que en esa poca empezaba a funcionar, como Institutos Laborales de 2ª Enseñanza.

En 1954, o sea, a los 49 años, hice oposiciones en Madrid para Profesorado Laboral. Aprobé y me destinaron al Instituto Laboral de Vall d'Uxó, después de reñidas competencias con los intereses laborales de la Casa Segarra, que no tuvieron más que reconocer que yo era el mejor para el puesto nuevo del Instituto.

Esto fue una gran satisfacción para mí. Había cumplido como hombre: había plantado un árbol, había tenido dos hijos y había escrito dos libros para la tesis de oposición.

Manuel Aparici con sus dos hijos, Manolo y Mª Gloria

En aquella época fue muy bonito, aunque tenía que trabajar mucho: todos los días, clase mañana y tarde, desde las 3; regresar a Valencia los viernes por la tarde y volver el lunes por la mañana en segunda clase; llevar el taller de Valencia y pagar todos los gastos que eran muchos.

Entonces me ayudaron mucho mi esposa Gloria (d.e.p.), mi hija Mª Gloria y mi madre (d.e.p.).

Conseguí crearme un nombre en Vall d'Uxó y el prestigio de todo el profesorado del Claustro de Profesores del Instituto. El director me llamaba el “Caballero Aparici Cerveró”. Mi nombre no sólo se conocía en el Instituto, sino también en Madrid, pues escribía artículos en la revista de Formación del Profesorado (estos volúmenes los tengo guardados para el que los quiera leer), que se leían todos los profesores de toda España.

Tuve que inventar un aparato electrónico, aplicado a la máquina fresadora, cuyo objetivo era el que se pudieran evitar accidentes en el manejo de dicha máquina por los alumnos. Todo el proceso de elaboración de planos, fabricación, colocación y montaje se publicó en el Boletín antes mencionado, por lo que estuvo al alcance de todo el Profesorado. Esto me creó una aureola de Profesor a tal extremo que todos los compañeros del Instituto querían dar las clases en el taller para tener más contacto conmigo. Tuve que dar conferencias, escribir artículos en la prensa local, presentar alumnos míos a los concursos que se celebraban en Castellón, donde también me tuvieron que conocer pues sacamos el Primer Premio en ajuste varios años. Todo ello sirvió para subir el prestigio del Instituto Laboral de Vall d'Uxó.

Instituto Laboral de Vall d'Uixó
Existe una foto que me hicieron con motivo de la visita del Ministro de Educación y Ciencia ante la máquina fresadora de la "fama".

En este momento álgido del Instituto y en colaboración con todo el profesorado, se le concedió la medalla de Alfonso X el Sabio al director del Instituto D. José Revate. Todo lo que expongo consta en mi Hoja de Servicios en el Ministerio de Educación y Ciencia.

Varios alumnos míos siguieron los estudios de Ingeniero Técnico. Uno de ellos se quedó en mi sitio de Profesor en el Instituto y mis dos sobrinos Fernan y Luis también estudiaron lo mismo.

jueves, 3 de diciembre de 2015

De cara al muro

Domingo 15 de noviembre de 2015, 12:00 A.M.
Calle Guillem de Castro, Ciudad de Valencia.

¿Cómo va la cosa? Llevo 29 kilómetros corriendo por calles y avenidas, desde las 9, cuando dieron el pistoletazo de salida. Acabo de pasar las Estación del Norte y estoy junto a San Agustín. De momento, voy bien. Únicamente siento un poco de hambre. Unos metros más adelante, pasadas las torres de Quart, podré tomar unos dátiles, un sobrecito de gel o algo de fruta, si hay. Y beber todo lo que me den, apurar la botella de agua y la bebida isotónica, como he hecho en todos los avituallamientos anteriores. Conviene comenzar una carrera bien hidratado y beber siempre que haya oportunidad, aunque no se sienta sed. Una vez, un invierno, en una 15K, no bebí en el km 5; en el 13 desfallecí y acabé los 2 últimos kms sufriendo. Aprendí la lección: lo que no se bebe al principio se paga al final. 

Maratón de Valencia 2015, km. 29 (foto de www.valenciaciudaddelrunning.com)
¡Bien hecho hasta ahora! Sí, pero aún me queda mucho para alcanzar la meta. Quizá pague el esfuerzo que llevo realizando desde el 20, donde pasé de un ritmo de 6 minutos y medio por km a otro de 6. Entonces me sentía fuerte, eufórico y confiado. Decidí apretar, aún a riesgo de desfallecer más adelante. Pero nunca he corrido más de 30 kms. Tal vez dentro de poco piense en que ya no puedo más, en que el esfuerzo ya no vale la pena, en que es demasiado el sufrimento. Puede que encuentre mi “muro”, que decida abandonar. 

¡Mira cómo van algunos ya! Desde hace rato estoy viendo gente andando, derrotados. Junto a las mesas del avituallamiento del km 30, hay algunos que incluso se han detenido. Y allí delante, por el puente de las Artes, más gente parada, estirando gemelos e isquiotibiales. Muchos están pasando aquí su particular “calvario”. En los próximos kms seguramente veré más así, sufriendo. Qué diferencia con el ambiente optimista de la salida. Si hay un lugar donde todo el mundo es feliz, ése es la salida de una carrera popular. Es muy curioso esto, pero os aseguro que allí no podréis encontrar a nadie triste.

¡Acaba lo que has empezado! Cuando uno encuentra una dificultad en la vida, es fácil encontrar excusas para abandonar: estoy cansado, me duele, no merece el esfuerzo... Hoy no quiero pensar en muros ni en rendiciones. En otras ocasiones he podido fallar, me he hundido o he dejado de luchar antes de terminar. Hoy no voy a cometer ese error. He entrenado mucho antes de llegar hasta aquí y hay que acabar lo que se empieza, haciéndolo siempre lo mejor posible. Además, confío en mí totalmente. Voy a marcarme un nuevo objetivo: llegar al km 40 en menos de 4 horas. Para ello, debo aumentar el ritmo y hacer los próximos 10 kms en 55 minutos. Supondría hacer una carrera de menos a más, significaría un gran reto, pero creo que puedo lograrlo. 

Maratón de Valencia 2015, línea de meta (foto por PCA (c))
¡Ánimo, a por los últimos 12! Hay mucha gente animando en todo el recorrido. Muy probablemente veré gente querida, mi familia y algún amigo, en los siguientes kms. Ellos me ayudarán a seguir. Me han contado que, en la calle Colón, el público se agolpa en la calzada, estrechando el camino y obligando a los corredores a pasar de uno en uno, como en los puertos de montaña del Tour de Francia. Me han dicho que, entonces, los gritos de la gente te dan fuerza y basta con dejarse llevar. Y, finalmente, el ambiente en la espectacular llegada en la Ciudad de las Artes y las Ciencias incrementa la satisfacción que se siente al cruzar la meta tras el esfuerzo. Voy a experimentarlo. Hoy no voy a rendirme.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Memorias de D. Manuel Aparici Cerveró (II)

Al montar el nuevo taller en Pizarro 13, entre mi abuelo y mi padre, inventaron un aparato parecido a la noria que instalaron en la parte final de la planta baja. Fue uno de los primeros talleres que se mecanizaron, con este antiguo procedimiento de la noria. Tenían un caballo que daba vueltas continuamente. (Este caballo con un cochecito se utilizaba los domingos para ir a la casita de Burjasot.) El árbol central transmitía el movimiento giratorio a un árbol de transmisiones y poleas con correas sin fin, a las máquinas de taladrar que hasta entonces se movían a mano, así como a una prensa de 20 toneladas, también con volante de fundición y funcionamiento a mano.

Calle Pizarro de Valencia, desde el chaflán con Cirilo Amorós.
Como no haba electricidad ni gas ciudad, trabajaban por la noche con quinqués a petróleo, uno en cada puesto de trabajo, con soporte giratorio para orientar la luz. Sobre el cuadro de trabajo de máquinas se construyó una gran claraboya de cristal para dar luz a toda la estancia. Aún existen estanterías y armarios para guardar los trabajos terminados de cerrajería.

Cuando tuve uso de razón (1910), se instaló la fuerza eléctrica, de forma que yo traje la trasformación industrial. En esa época ya no pude ver el caballo, pero quedaba el pesebre y se sustituyó la prensa de mano por otra de 20 Tm, de construcción alemana, con combinación de cizalla, para cortar hierros de todos los perfiles.

En aquella época había trabajando 10 obreros, que según me dijo mi madre, subieron a la naya cuando yo nací a saludar al "Nou Mestre"; así llamaban los obreros al director de la empresa.

Mis primeros juegos fueron en el local del taller, lleno de hierros por todas partes, así que las caídas eran sobre ellos y siempre me dejaban heridas. Los domingos montábamos columpios y anillas, y con los amigos hacíamos corridas de toros. Siempre he tenido un toro con cuernos de verdad y corcho para clavar banderillas. Había un chico que siempre hacía de toro y le llamábamos "Toro" y yo, claro, era "Manolete". Mis tres hermanos y amigos se sentaban en una barrera colocada a propósito con capotes encima. Por entonces no se jugaba al fútbol. 

Manuel Aparici, su hija Mª Gloria y uno de sus nietos, a la puerta del taller de cerrajería
Entonces vivía la familia Cerveró en la calle Cirilo Amorós 20 y venían los primos, que eran tres, las primas que eran dos, nosotros cuatro y aún se agregaban otros. ¡Qué bonita aquella época! Nos divertíamos mucho, pero también trabajábamos mucho y nunca nos faltó de nada.

Mi padre, después de padecer mucho por cólicos nefríticos al riñón, le sobrevino úlcera de estómago a consecuencia de los pesados trabajos de fragua. Falleció en 1925 a los 59 años. Mi madre vivió siempre conmigo hasta su fallecimiento el 9 de abril de 1974, a los 86 años.

Mi padre estuvo seis años enfermo y yo tuve que ayudarle ya desde los 14 años sin parar, hasta su fallecimiento que tuvo lugar cuando yo tuve veinte años. A partir de entonces, tuve que llevar el taller adelante, con mi madre viuda y mis tres hermanos y estudiar dos Peritajes, como se llamaban entonces (hoy, Ingeniero y Arquitecto Técnico). Mis traslados fueron siempre en bicicleta. Desde los 14 años ya iba los veranos a Burjasot yo solo. El arquitecto D. Manuel Cortina Pérez dijo una vez que yo era "Caballero sobre mi caballo de hierro 'Bicicleta'"(1919).

Los estudios me sirvieron de mucho para poderme desenvolver en la dirección de los trabajos de cerrajería que se me encargaban. Me libré del servicio militar por ser hijo de viuda y pude continuar trabajando sin descanso, pues hacía mucha falta. 

Los trabajos más destacados de aquella época se relatan a continuación.

- Construcción de la puerta de hierro forjado para el portal de la Gran Vía Antic Regne de Valencia 10, estilo modernista. Ídem en calle Cirilo Amorós 11 con adornos de bronce, finca de D. Rafael Sánchez de León, ingeniero.

Av. Antic Regne de València nº 10
- Construcción de puerta reja estilo época transición gótico-renacimiento con arco rebajado, instalada en el Colegio del Patriarca de Burjasot, en la salida al patio jardín.

- Puerta y fachada, cancela en ascensor de la calle Salamanca 36, propiedad de los hermanos Ingenieros Iranzo.

Calle Salamanca nº 36, Valencia
- Primera armadura metálica colocada en terraza de la casa Barrachina y Balanzá en la plaza del Caudillo para anuncio luminoso papel "Bambú" y "Pedro Domecq”.


Puerta de la capilla en la parroquia de
San Juan y San Vicente de Valencia

- Dos puertas cancelas de hierro forjado con aplique de bronce, escudo de Valencia y cruz en bronce de los Caballeros de Malta (*) por ser ésta parroquia de S. Juan del Hospital, haciéndose cargo de ella los Caballeros de Malta, colocados en la capilla de la Comunión de la Parroquia de S. Juan y S. Vicente, en calle Isabel la Católica de Valencia; y dos rejas a la calle, proyecto del arquitecto D. Manuel Cortina Pérez.

(*) ORDEN DE CABALLEROS DE MALTA: Orden religiosa militar fundada hacia el año 1048 por los mercaderes de Amalfi en Nápoles. Establecióse un monasterio en Jerusalén ocupado por monjes benedictinos, donde se instaló un hospital bajo el Patronato de S. Juan Bautista para acoger a los peregrinos. La congregación se llamaba "Hermanos del Hospital de S. Juan de Jerusalén". En 1802 fue fundada en España de la que fueron Grandes Maestros los Monarcas. La Cruz de Malta es blanca, de una cinta negra.

sábado, 7 de noviembre de 2015

Te seré fiel siempre

Me la presentaron cuando era muy joven, cuando aún no sabía nada de la vida. Y dos semanas más tarde, vino a vivir a mi casa. Al principio no me molestó tener compañía, porque acababa de divorciarme y la casa se me hacía muy grande y solitaria. Lo tomé como una prueba, para ver si podía salir bien, sin compromiso, como algo temporal. Se quedó conmigo 13 años.

La convivencia fue dura, sobre todo los primeros meses. ¡Era tan pequeña...! Sin ayuda de nadie tuve que criarla, educarla, jugar con ella, buscarle distracciones. Por aquel entonces tenía un horario laboral muy estricto y salía tarde. Me costaba irme a trabajar y dejarla tantas horas en casa. Sabía que no le iba a pasar nada, pero sufría de saber que estaba sola.

Sin duda, la vida juntos fue bien. Alguien más fiel y más entregado a mí no hubo. A pesar de mi inmadurez y mi mala leche, de mis explosiones de ira e incluso de mis golpes cuando me enfadaba, ella nunca se quejó. Jamás pensó en abandonarme o en engañarme con otro. Su amor fue incondicional. Llegada la calma, venía cariñosa y se sentaba a mi lado. Jamás volveré a encontrar nada igual.

Teníamos muchas cosas en común. A ambos nos costaba hacer nuevos amigos y desconfiábamos de la mayoría de los nuevos conocidos. Eso nos volvió un poco solitarios, quizá huraños, pero no nos importó. Le encantaba salir al monte, como a mí. En nuestros paseos, ella iba delante, a unos pocos pasos de mí, aunque siempre me dejaba elegir la ruta. En las bifurcaciones, se paraba y giraba la cabeza para mirarme. Un leve gesto me bastaba para que entendiera por dónde seguir.

Pero llegó un día en que enfermó. Primero no podía casi comer. Luego ya no podía casi caminar. Tenía problemas para controlar sus esfínteres. Poco a poco se le fue apagado la vida. Fueron unos meses muy difíciles. Hasta que llegó el final. Ningún facultativo acertó con la cura. La mantenía con ibuprofenos y analgésicos. Tengo clavada en mi memoria su última noche. Me desperté con sus llantos y quejas. El dolor que mostraba parecía insoportable. Así pasaron varias horas. Finalmente se fue calmando hasta que dejó de respirar.

"Konga", foto por PCA (c)
Muchas veces la echo de menos. Aquellos paseos juntos, aquellas comidas que nos preparábamos, su mirada siempre atenta a lo que yo le contaba, su compañía todas las noches, su fidelidad incondicional... Nunca tendré a nadie como ella.

Creo que ningún ser humano es capaz de demostrar todo aquello. Reconozco que yo no, desde luego que no. Sea este mi homenaje a la mejor compañera de aquellos años, que me ayudó a sobrevivir en una época personal difícil y conflictiva. Gracias, Konga. Siempre te tendré en mi mente.


domingo, 25 de octubre de 2015

Memorias de D. Manuel Aparici Cerveró (I)

"MEMORIAS Y TRABAJOS REALIZADOS POR LOS TALLERES APARICI DURANTE EL PERIODO DE SU DIRECCIÓN POR VICENTE APARICI, MANUEL APARICI HERRERO Y MANUEL APARICI CERVERÓ, POR MÁS DE CIEN AÑOS"
por Manuel Aparici Cerveró, 1980.

El taller Aparici está situado en Valencia en la calle Pizarro nº 13 bajo, edificio construido de planta por Vicente Aparici (abuelo paterno) y su hijo Manuel Aparici Herrero, hacia 1880-81. 

Etiqueta en los trabajos de cerrajería del Taller Aparici
Este taller vino por traslado de otro, situado en la calle don Juan de Austria, por la reforma del Barrio de Pescadores. Según algunos historiadores, Vicente Blasco Ibáñez (ilustre escritor, nacido en Valencia el 29 de enero de 1867 y fallecido en Mentón, Francia, como Machado, el 28 de enero de 1928, a los 61 años) entró a trabajar de aprendiz en este taller de cerrajería en la calle D. Juan de Austria, donde también estaban la redacción del periódico Pueblo y el Teatro Apolo.

Edificio de la calle Cirilo Amorós 20, chaflán con Félix Pizcueta
El maestro de cerrajería Vicente Aparici colaboró en los trabajos en hierro forjado de las fachadas, puertas y rejas del Palacio del Marqués de Dos Aguas, hoy Museo “González Martí” de cerámica. Construyó los hierros de los edificios que edificó D. Luis Cerveró Casanova (mi abuelo materno) en el chaflán de la calle Cirilo Amorós 20 con Félix Pizcueta 19, en 1804 (se puede leer arriba del portal grabado en hierro, en el entresuelo izquierda), casa donde nació mi madre, Ángeles Cerveró Tamarit.

En 1904, Ángeles se casó con Manuel Aparici Herrero, hijo de Vicente (yo nací el 23 de marzo de 1906) en la parroquia de S. Juan y S. Vicente, entonces provisional, en el chaflán de la calle Cirilo Amorós con Hernán Cortés, hoy sita en calle Isabel la Católica.

Mi abuelo materno D. Luis Cerveró Casanova tuvo nueve hijos (se casó tres veces) y mi madre fue la última de sus hijas. Fue oficial de Tesorera de Hacienda y tuvo telares (fábrica de tejidos).

Mi abuela materna fue Dª Vicenta Tamarit, una de las dos hijas del Procurador de los Marqueses de Almunia y vivía en la plaza Almunia de Valencia.

Tanto el tercer matrimonio de mi abuelo materno como el de mi padre, se caracterizaron por una diferencia de edad de unos veinte años. La edad de la 3ª esposa era la misma que la de sus hijos solteros, lo que creó bastantes problemas económicos y de convivencia.

Mi padre construyó de planta en 1909 un proyecto de D. Manuel Cortina Pérez, en el chaflán de la G.V. Marqués del Turia 18 con calle Pizarro (hoy un edificio nuevo por derribo del primero). Cuenta con numerosas obras de cerrajería, entre ellas, copio lo publicado en la obra "Catálogo Monumental de la Ciudad de Valencia 1983", editada por la Caja de Ahorros de Valencia:
<<En la misma, figura la casa de los Cerveró, situada en la plaza Cisneros, del siglo XVIII, que fue de los Caballeros de Malta.
En el chaflán de las calles Cruz Nueva y Cardenal Payá, existe un patiozuelo o "compás" que hace un artístico enverjado de hierro forjado con dos puertas estilo renacimiento (proyecto de D. Manuel Cortina Pérez) llamada "de los Carros" en 1910, taller en Pizarro 13. El cronista Carlos Sartou Casares relata: "Viene a ser como una sonrisa de austeridad del monumento en la calle de la Paz".

Puerta de los Carros, trasera del  Colegio e Iglesia del Patriarca de Valencia
Construcción de la corona de hierro forjado, hojas de laurel, de 2000 gramos de peso y colocación en el aire, sobre el monumento a S. Juan de Ribera en el Colegio del Patriarca, calle de la Nave, proyecto de Navarro Benlliure, firmado en Roma en 1896.

Primera protección metálica del ascensor en la finca de los señores Sánchez de León en la calle S. Vicente y tienda de tejidos en el bajo frente a la iglesia de S. Martín.>>
Tanto mi abuelo paterno como mi padre, los dos, dejaron su salud por su vocación a la profesión; el primero perdió un ojo, y al final se rompió varias costillas en accidente de trabajo de cuya consecuencia falleció. Se quedó mi padre solo con su madrastra, que se portó muy bien, a la que cuidó y a su fallecimiento se quedó solo. Se casó en 1904.
Manuel Aparici Cerveró y Gloria Bosch Fornals

Mis padres tuvieron cuatro hijos:

- Manuel Aparici Cerveró, casado con Gloria Bosch Fornals, tuvo dos hijos Manuel y Mª Gloria.

- Angelita, casada con Vicente Legur Cirujeda (Ingeniero de Obras Públicas de Valencia), tuvo dos hijos Vicente Manuel y Angelita.

- Carmen, esposa de Enrique Lázaro Zaragoza (Ingeniero de Telecomunicaciones en Madrid), con una hija Mª Carmen.

- Elvira, casada con Fernando Loscos Ferrer (Administrativo del Instituto de la Seguridad Social en Castellón ), con cuatro hijos Fernan, Luis, Javier y Elvira.

domingo, 11 de octubre de 2015

Esas pocas sorpresas que dan un vuelco a la vida

El otoño llega con esas escasas sorpresas que le dan la vuelta a la vida. Una persona que de repente se convierte en especial. Una llamada de teléfono que lo cambia todo. Alguien que te regala palabras de aliento sin pedirlo. Una confesión inesperada. Un paisaje que queda en la retina, recordándolo hasta en sueños. Situaciones y experiencias que se agarran al alma y no te sueltan. 

"Strange things will happen", The Radio Dept.

El otro día, buscando unos documentos por los cajones, apareció una carpeta verde de cuya existencia no me acordaba. Contenía ocho páginas mecanografiadas por mí hace más de 30 años. Relatan recuerdos, obras, parte de una vida. La vida de D. Manuel Aparici Cerveró, mi abuelo materno. Un día, entró en mi habitación con unos manuscritos y me pidió que los pasara a máquina. En ellos hablaba de su padre, de sí mismo, de aquel taller de cerrajería donde yo jugaba de niño, de sus trabajos que de sus manos salieron y que pueden encontrarse por Valencia, si se tiene la curiosidad de buscarlos.

Ya había olvidado todo aquello, el tiempo ayuda a ello, hasta que encontré la carpeta perdida. Hoy quiero compartir su contenido. Así comienza un nuevo blog. Pasarán cosas extrañas si dejas que se acerquen y se queden por aquí. 

"Autumn comes with these slight surprises where your life might twist and turn
Hope to unlearn, strange things will happen if you let them come around and stick around"

The Radio Dept.