sábado, 17 de diciembre de 2016

La buena memoria y la mala educación

Conservo muchos recuerdos del colegio, de mi época de E.G.B., a finales de los años 70 del siglo pasado. De la regla de la maestra de primero, siempre preparada para golpear indistintamente manos culpables e inocentes. Del profesor de segundo que no necesitaba la violencia física para mantener la atención de la mayoría. De la valentía del de tercero para enseñar valenciano en aquella época predemocrática. De cómo el de cuarto, a punto de jubilarse, con sus manos partía por la mitad aquellos paquetes de 25 tizas que más tarde prohibieron. Del sello del anillo del maestro de quinto, clavado en mi coronilla. De los insultos del de ciencias, en sexto, desesperado por no poder hacer comprender su materia.

Recuerdo aquellas asignaturas que había que aprender de memoria, casi todas. De las diez tablas de multiplicar, de que ocho por siete no son cincuenta y dos. Del catecismo, de lo que era ser cristiano y otras teorías "oficiales". De memorizar todas las partes del aparato digestivo, y de averiguar por mi cuenta las del aparato reproductor. De la insistencia de mis maestros y mis padres para recitar la lección con las mismas palabras que venían en el libro. De aquel alumno repetidor, que no quería o no podía, que se pasó medio curso con su pupitre vuelto hacia la pared del fondo, por orden de algún profesor desesperado.

"La pared del fondo", foto por PCA (c)
Hay cosas que han cambiado en la enseñanza primaria. Ya no hay amenazas, ni golpes, ni determinadas actitudes violentas o vejatorias por el profesorado. Pero algunos alumnos hacen hoy cosas que nadie se hubiera atrevido a hacer 20 años atrás. Otros aspectos de la educación no han cambiado aún. Es triste comprobar cómo se premia más a quien mejor memoria tiene. Los libros de texto siguen conteniendo datos en grandes cantidades para ser memorizados. De memoria se aprende todavía la geografía, la historia, la biología y otras materias en la mayoría de los colegios. Se fomenta la capacidad de recordar, pero no el desarrollo como persona. Me refiero al desarrollo artístico o deportivo, para los que sobreviven relegadas a una menor importancia unas pocas asignaturas. Me refiero también al desarrollo personal, del que apenas se dedica unas pocas horas semanales como tiempo de tutoría o en la asignatura alternativa a la religión.

Nuestros hijos habrán memorizado muchos datos, pero quizá no estén preparados para otras cosas importantes. Puede que cuando acaben sus estudios conozcan muchas cosas de los libros, pero no hayan aprendido a relacionarse respetuosamente con los demás, a expresar clara y eficazmente sus ideas, a competir en el mercado de trabajo. Puede que nadie les haya enseñado las herramientas necesarias para, el día de mañana, desarrollarse como ciudadano, cumplir como subordinado o ser respetado como jefe. Estos conceptos también deben formar parte de la educación de nuestros hijos.

martes, 29 de noviembre de 2016

Alarifes de la piedra y sus obras

Las montañas valencianas albergan tesoros. Flora y fauna, que sobreviven dignamente todavía, a pesar de nuestro abandono y desidia, están condenadas al martirio del mundo civilizado, mientras la especulación con el territorio dé dinero a los desaprensivos y el respeto por la naturaleza no arraigue en el corazón de los urbanitas. A los daños deliberados y a las negligencias de algunos descuidados, se unen más recientemente las plagas y la sequía, como principales causas de un proceso que va reduciendo la extensión de los bosques y pone en riesgo sus hábitats.

Hubo un tiempo en que la naturaleza era tratada con respeto por el ser humano. Un ser humano muy parecido al de hoy en día, pero en esencia diferente. Consciente de la dependencia recíproca existente entre él y su entorno, aprendió a buscar, a recolectar, a construir y a vivir, sabedor de que iba a ser agraciado con sus bienes en la misma medida en que se prodigara en cuidados. La caza, la silvicultura y la agricultura han sido las actividades tradicionales más extendidas, dentro de unos límites de sostenibilidad generalmente respetados. Pero también, otros usos y costumbres fueron desarrollándose alrededor de la piedra, elemento clave para la subsistencia en el medio rural debido principalmente a su abundancia. La grisácea roca caliza o esa arenisca roja llamada rodeno, en todas sus formas y composiciones, la piedra ha sido la principal materia prima que ese entorno montaraz y agreste proporcionaba para aquellas construcciones que debían perdurar.

Obras de piedra caliza compactada en seco en el Rincón de Ademuz, foto por PCA (c)
Los canteros separaban las piezas de la montaña para que geniales alarifes anónimos construyeran sus obras de arte en plena naturaleza, mediante una técnica milenaria que ha sido reconocida por la Administración recientemente como Bien de Relevancia Local Inmaterial. Hoy permanecen aún en pie numerosos ejemplos de aquel método exquisito de compactación y encaje de la piedra en seco, tanto de sillares finamente labrados como de toscos cantales. El caminante curioso puede hoy descubrir fácilmente en sus paseos estos vestigios imperecederos de oficios rurales tristemente perdidos.

El pastoreo y la trashumancia hicieron necesario el levantamiento de sólidos refugios y chozos donde encontrar cobijo durante el mal tiempo, de corrales de amplios arcos para el descanso de las reses, de ribazos en los bancales y de muretes en los azagadores para delimitar los pasos francos y proteger los cultivos. También la actividad minera, que se desarrolló en nuestros montes para la extracción de hierro, cinabrio, cobalto y otros minerales valiosos, precisó de hornos y almacenes en pleno monte. Para la obtención a un bajo coste de la cal, material necesario para la edificación de viviendas y su salubridad, se construyeron cerca de las canteras hornos circulares, llamados caleras, donde se sometía a la piedra caliza a un proceso de calcinación a altísima temperatura.

Otros artefactos, donde también fue empleada la piedra, están relacionados con el agua, que antaño fue mimada como la hija favorita de la montaña que siempre ha sido: azudes y diques, para retenerla o desviarla; acueductos y acequias, para transportarla hasta las huertas; aljibes y albercas, o ventisqueros y neveros, para almacenarla tanto en su estado líquido como sólido. Y relacionada con la fabricación de harina y aceite a partir del cereal y la oliva cosechados, también fue importante en una época la producción de ruejos, así llamadas las piedras circulares para molinos y almazaras. Piedra da la montaña y aquel ser humano, pastor, labrador, minero, calero, regador, molinero o almazarero, tenía la magia de aplicarla en su provecho.

Cantera de rodeno para la producción de "ruejos" en Soneja, foto por PCA (c)
Hoy en día son otros los materiales y diferentes las técnicas utilizadas. Gran parte del proceso constructivo está mecanizado y en él se utilizan productos y herramientas fabricados en serie. Pero en cualquier visita a nuestros montes podemos descubrir aquellas reliquias en piedra que nos recuerdan que, en nuestra tierra, no hace mucho que vivió un ser humano muy parecido a nosotros, pero con otras prioridades y otros valores, y que aprendió a obtener del monte todo lo necesario para subsistir.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Los palabros de las TIC

Arrastré el ratón sobre la pantalla. El navegador se ejecutó y al momento el portal se descargó. Seleccionando el botón adecuado, guardé la tabla de datos. Entonces, abortó el programa pero afortunadamente había exportado todo su contenido a la nube. Mientras recuperaba la galería de iconos del escritorio, iba instalando los discos de la red en distintos puertos. Recargué el contenido de todas las ventanas y finalmente pude copiar y pegar los enlaces que me permitieron compartir la fuente entre todos.”

El mundo actual, que ha puesto la tecnología directamente en nuestras manos, nos exige el uso de nuevos conceptos que, en su mayoría, se expresan con palabras ya conocidas, a las que se ha añadido nueva semántica. Son nombres y verbos cuyos significados eran bien conocidos hasta que uno nuevo de repente fue necesario. Y este recién llegado pasó a ser el de uso preferente. El último es el primero.
"Instalando los discos de la red", foto por PCA (c)

Remolqué el roedor sobre la mampara. El marinero se mató y al momento el pórtico se alivió. Escogiendo el pulsador adecuado, cuidé la plancha de informaciones. Entonces, fracasó la declaración pero afortunadamente había vendido todo su contenido al nubarrón. Mientras rescataba el pasillo de representaciones del pupitre, iba colocando los círculos de la malla en distintas dársenas. Abarroté el contenido de todas las aberturas y finalmente pude replicar y unir las conexiones que me permitieron distribuir el manantial entre todos.”

Otros conceptos han adoptado palabras directamente del inglés; y, aunque alguno ha dedicado un esfuerzo en encontrarle el término español correspondiente, nadie usa éste, como nadie dice ya “balompié”.

El software es cada vez más fácil de descargar, gracias a las conexiones wi-fi o bluetooth. Sin embargo, el hardware tiene que ser compatible. Es necesario conocer la password de acceso. Antes de cada upgrade conviene hacer un backup. Después, asegúrate de instalar todos los applets y plugins necesarios. Y para mayor seguridad, no olvides un firewall y un proxy bien configurados.

El resto de conceptos se expresan con siglas. Cuidado con la cara que pones cuando te las nombren, no sea que des a entender la realidad: que no sabes lo que significan. Cuando alguien use siglas que no entiendas, despístale respondiendo con más siglas, aunque te las inventes.

“Mi PC tiene varios puertos USB, donde puedo pinchar el MODEM. Por VPN puedo conectarme desde el ADSL de mi casa a la LAN del trabajo. Pero si cae el DNS no será posible sin conocer una IP válida. La CPU no es muy ponente en mHZ pero tiene una RAM de muchos GB, donde puedo almacenar gran cantidad de archivos JPG, PDF, XML y ZIP. La WWW utiliza varios protocolos, como el HTTP.”

Y si no se entiende nada, no importa. La culpa es de esos frikis que hablan para que no se les entienda.

martes, 25 de octubre de 2016

Donde mis sueños viajan

La famosa presentadora de tv compartía una romántica cena con aquella chica del colegio, de la que todos nos burlábamos por su sobrepeso y por su torpeza con los deportes. Se sonreían y se miraban a los ojos, mientras el camarero iba encendiendo las velas una a una con una cerilla. Tras el ventanal, un tren azul recorría la calle bajo la lluvia, sin detenerse; no había nadie esperando su llegada en la cercana parada. Era el tren que cada noche realizaba el viaje sólo de ida; hacía mucho tiempo que ninguno recorría ya el trayecto inverso.

El novio de la presentadora de tv había perdido el tren y corría tras él, salpicándose sus pantalones al pisar los charcos. Las dos chicas, al verlo, se partían de la risa. Él era futbolista, una promesa en su juventud, que siempre soñó con jugar en un equipo de primera división. Llegaba tarde a su cita con el ganso salvaje que debía guiarle hacia el sur. Le había prometido llevarlo a 3000 kilómetros de allí junto a toda la bandada, donde empezar de nuevo, para comenzar una vida nueva.

El mimo del parque lo había visto todo. Había adivinado que aquella bolsa de papel que alguien olvidó en medio de la calle contenía cartas que no habían sido entregadas a sus destinatarios. Cuartillas que la lluvia iba empapando, mezclando la tinta de todas ellas y arrastrando las palabras de unas hacia las otras, para crear frases sin sentido. A pesar del aguacero, el mimo continuaba con su inmóvil trabajo; mientras, el agua corría por su cara dejando chorretones de maquillaje. 

"El mimo del parque", por PCA (c)
Otra noche, corría yo solo por la misma calle oscura y mojada. Llevaba más de 3 horas corriendo y aún me quedaban muchos kilómetros más. Sabía que el ganso salvaje ya había llegado a la meta, ganando la carrera. Era la última que disputaba, antes de partir hacia el sur con el futbolista y toda su bandada.

Yo seguía corriendo, sin saber cuánto tiempo más iba a necesitar para acabar. El cansancio hacía mella en mi ánimo. No oía ya mis pisadas, ni mi respiración, ni los latidos de mi corazón. Sólo reinaba el silencio. Miré a mi alrededor y vi al mimo con la cara maquillada, corriendo a mi altura. Detrás de él venía una multitud; calculé unas 10.000 personas, quizás más. Todos me adelantaron en total silencio. A pesar de mis esfuerzos por correr más rápido, apenas conseguía moverme; en medio de ese silencio que no me dejaba oír nada.

Reconocía a todos los que iban pasando junto a mí. Los había visto en la línea de salida muy ocupados, escribiendo cartas llenas de buenos deseos, de felicidad y de superación. En cuartillas que iban introduciendo en una bolsa de papel antes de comenzar la carrera. Mientras tanto, la famosa presentadora de tv lloraba abandonada sobre su cama, sin poder dormir; ella también escribía una carta, la comprometedora carta que todo el mundo buscaría más tarde.

"El tren azul", por Esclarecidos

Y así, cada noche, viajan mis sueños al encuentro de la presentadora, el futbolista, el farmacéutico, el profesor de literatura, el pez negro, el ganso salvaje, aquella chica del colegio y sus historias de amor. El tren azul los lleva al encuentro de sus anhelos, pero nunca los trae de vuelta. Cuando despierto, abro los ojos de nuevo a este mundo de prisas y exigencias, de plazos y compromisos, de incumplimientos y decepciones. Me gustaría tener entonces a mis sueños aquí de vuelta, pero no es posible. Porque hace mucho tiempo que ningún tren recorre ya el trayecto inverso.

Me consuelo pensando que viajarán de nuevo esta noche.

martes, 4 de octubre de 2016

El futuro ya no es lo que era

Ya nadie usa monóculo para corregir la vista, aunque le quede un ojo bueno. Ya nadie pone un telegrama cuando quiere enviar un mensaje urgente. Ya nadie va a comprar el pan con una bolsa de ganchillo. Al pañuelo de tela, le queda apenas unos pocos estornudos de existencia. Hasta las palabras cambian su significado. Las pizarras ya no son de pizarra. La droguería ya no vende droga. Y quien es habitante de una villa no es necesariamente un villano. Todo esto es consecuencia inequívoca del paso del tiempo.

¿Qué será lo siguiente? ¿Que futuros nos esperan? Una cosa es segura: cualquiera que sea el que nos toque vivir estará hecho de demencia virtual

"Virtual Insanity", by Jamiroquai

Una demencia que entra por nuestras cajas personales, esas que todos llevamos en el bolsillo, y nos trastorna en forma diversas: interrumpe nuestras conversaciones, interfiere la compresión de nuestro entorno, distrae nuestra atención, nos informa de la llegada de inútiles mensajes, nos recuerda las próximas urgencias banales... Locura adictiva que nos convierte en yonkis del contacto; pero no del físico.

"La caja", foto por PCA (c)
Varias veces al día necesitamos nuestra dosis y la buscamos en todos los buzones que tiene la caja. Contactos virtuales, a través de los cuales nos van llegando infinitos mensajes: recibidos, reenviados, compartidos, copiados, reiterados y fácilmente olvidados. Satisfecha la necesidad, quedamos tranquilos y volvemos a prestar atención a lo que nos rodea. Pero apenas unos minutos después, volvemos a escarbar entre nuestras alertas y notificaciones en busca de más.

Es preocupante esta necesidad de contacto virtual. Quien entra en esta vorágine ya no puede salir. Empiezas buscando sólo una vez al día, quizá antes de acostarte. Después pasas a buscar también al despertar. Más tarde, lo haces 4, 6, 8 veces al día. Al poco tiempo, te das cuenta de que necesitas 20 minutos de cada hora en revisar tus buzones. Y es cuando ya no puedes dejar de contestar cada nuevo mensaje que interrumpe tu conversación, que se cuela en tu reunión, que se mete en tu cama entre tu pareja y tú. La caja personal y sus buzones han llegado para quedarse. Ella dominará nuestros posibles futuros. 

Una cosa es segura: el futuro que será ya no es lo que era.

sábado, 17 de septiembre de 2016

El poder de la caja

La posesión de la caja confiere al que la controla una especie de poder; cualquiera situado delante del ojo hipnótico de cristal obedece las órdenes más perentorias sobre postura y expresión. (Extraído de "El Color de la Magia", de Terry Pratchett)

Tras leer esta afirmacion tan categorica, quise comprobar su veracidad. Y tengo que reconocer que es totalmente cierto: tenerla entre las manos equivale a tener el control. La caja a la que me refiero es una máquina mágica que permite hechizar durante unos segundos a las personas cercanas, que quedan a merced del capricho de su poseedor. Así, la persona apuntada con ella será fácilmente manipulada y obedecerá cualquier instrucción sobre qué hacer o cómo actuar. Estoy seguro de que ni Leonardo da Vinci, quien ya en el Renacimiento describió el funcionamiento de la llamada "cámara oscura", ni Charles Chevalier, quien en los años 20 del siglo XIX construyó las primeras lentes que mejoran su uso, imaginaron esta magia y sus efectos sobre la voluntad.

"La caja mágica", grabado del siglo XVIII
Consigue una caja y tú mismo podrás hacer que alguien sonría o ponga cara de bobo, que haga el pino o cambie 20 veces de posición, que se mueva atrás y adelante como un estúpido y, en definitiva, que haga el ridículo cuanto a ti te plazca. Como he podido descubrir, esto es un hecho que ha sido repetidamente demostrado desde su invención hasta nuestros días y cualquiera puede comprobar el efecto de forma sencilla. Te animo a ello. Para conseguirlo, no es necesario hacer uso de ninguno de los muchos artilugios o palancas que salen de la caja. No es necesario conocer para qué sirven la multitud de ruedas y botones. Únicamente hay que coger la caja y apuntar a alguien. Es cierto que sobre ciertas personas, muy pocas, el efecto es limitado; incluso los hay inmunes a su poder. Son personas especiales y son tratados de “raritos” por los poseedores de cajas. Pero la inmensa mayoría sucumbe a su magia.

Un caso muy relevante fue el de Phillipe Halsman. Él era una persona cualquiera en su Letonia natal. No iba a hacer mucho de su vida, quizá pasar una larga condena en la cárcel acusado de parricidio. Sin embargo, tenía la caja. Y durante los años 50 y 60 del siglo pasado hizo lo que quiso con los demás, hasta con famosos y poderosos. Como notables ejemplos, hizo que Albert Einstein sacara la lengua con cara de estúpido, que Salvador Dalí se pusiera flores en el bigote y que Alfred Hitchcock soportara que un pájaro se posara sobre su cabeza. También puso a dar saltos a los duques de Windsor, a Richard Nixon y a Audrey Hepburn, entre muchos otros. Cuentan que consiguió que Marilyn Monroe saltara más de 200 veces seguidas delante de la caja.
El poder de Phillipe Halsman
Recientemente, la gente se ha dado cuenta de este poder. Y, en la actualidad, todos llevan una caja mágica en el bolsillo y no se la dejan a nadie. Ellos mismos la manipulan y utilizan largos palos que acoplan a la máquina para que la lente pueda captarles. Son al mismo tiempo hechiceros y objetos del hechizo. Esto está produciendo una distorsión en su magia de impredecibles consecuencias. De momento, se ha notado en la gente un extraño efecto multiplicativo. El síntoma más común es un irrefrenable deseo de usar la caja una y otra vez, en cualquier situación, sin importar dónde o con quién. Y es muy contagioso. Yo estoy sufriendo también este mal: le llaman “selfi”.

jueves, 1 de septiembre de 2016

El fin del verano

Durante la última semana de junio todo fueron buenas ideas y magníficas intenciones. Esto es a lo que iba a dedicar mi tiempo libre:

"Mi tiempo libre" (foto por PCA (c))
  1. Mejorar mi inglés.
  2. Ordenar el disco duro para liberar espacio.
  3. Montar un álbum con las fotos antiguas.
  4. Aprender a preparar un marmitako de bacalao.
  5. Empezar alguna actividad de DIY.
  6. Leer el último éxito de Jöel Dicker.
  7. Ponerme al día en “Juego de Tronos”.
  8. Organizar una fiesta temática.
  9. Dejar de una vez por todas esa adicción.
  10. Hacer un viaje a algún sitio más fresquito.
  11. Llegar a la playa algún día antes de la una de la tarde.
  12. Bañarme en el mar alguna noche a la luz de la luna llena.
  13. Ver amanecer todos los días.
  14. Hacer ejercicios de cardio todas las mañanas.
  15. Pasear por la orilla del mar todas las tardes.
  16. Mirar el cielo estrellado todas las noches.
  17. Empezar la preparación de esa prueba que tengo en noviembre.
  18. Hacer esa ruta en bicicleta que cada año aplazo.
  19. Hacer las paces con... (ella ya sabe quién es).
  20. Escribir en el blog un post semanal.
¡Interesantes planes, sin duda, los que tenía en el mes de junio! Hoy, primero de septiembre, con mis vacaciones agotadas, me pregunto qué fue de aquellos planes de verano recién nacido. La respuesta es sencilla: No he hecho nada de mi lista.

"El fin del verano", por Danza Invisible

El fin del verano siempre es triste por muchos motivos. En mi caso, que no he cumplido con las expectativas, más aún. No sé. Quizá las expectativas fueran demasiado exigentes.

En cambio, he hecho algo que no estaba en la lista. Este verano me he dedicado sólo a engordar. Engordar, engordar, engordar.

(Y hoy, me toca algo que sólo hago una vez al año y que cada vez me hace sentir más viejo. ¡Qué pereza!)

sábado, 30 de julio de 2016

Lo que me contaba mi madre (y V)


"Cansera", de Vicente Medina

¿Pa qué quiés que vaya? Pa ver cuatro espigas
arroyás y pegás á la tierra;
pa ver los sarmientos rüines y mustios
y esnüas las cepas,
"Por esa sendica", foto de PCA (c)
sin un grano d’uva,
ni tampoco siquiá sombra de ella...

Pa ver el barranco,
Pa ver la laera,
Sin una matuja... ¡pa ver que se embisten,
de pelás, las peñas!...
Anda tú, si quieres, que á mí no me quea
ni un soplo d’aliento,
ni una onza de juerza,
ni ganas de verme,
ni de que me mienten siquiá la cosecha...
Anda tú, si quieres, que yo pué que nunca
pise más la senda,
ni pué que la pase, si no es que entre cuatro,
ya muerto, me llevan...
Anda tú, si quieres...
No he d’ir, por mi gusto, si en crus me lo ruegas,
por esa sendica por ande se jueron,
pa no golver nunca, tantas cosas güenas...
esperanzas, quereres, suores...
¡tó se jue por ella!

Por esa sendica se marchó aquel hijo
que murió en la guerra...
Por esa sendica se jué la alegría...
¡por esa sendica vinieron las penas!...
No te canses, que no me remuevo;
anda tú, si quieres, y éjame que duerma,
¡a ver si es pa siempre!... ¡Si no me espertara!...
¡Tengo una cansera!...

martes, 12 de julio de 2016

Decisiones

Un famoso cantautor ha incluido por fin en su álbum más reciente una canción que compuso hace 30 años y que su compañía discográfica estuvo descartando sistemáticamente por diferentes motivos. El disco y la canción son hoy un éxito de crítica y ventas. ¿Durante cuánto tiempo son otros los que toman las decisiones? ¿Cuándo puede uno mismo empezar a decidir sobre su propio trabajo o camino en la vida? ¿De qué depende el éxito o el fracaso?

El mejor piloto de Fórmula Uno, elegido así por votación entre el resto de pilotos, ganó su último título mundial hace 10 años. Desde entonces, debería haber podido elegir el mejor coche para competir. Pero no ha sido así. Ha cambiado de equipo 4 veces y no ha podido conseguir su tercer campeonato. Ya hace más de 3 años que no gana ninguna carrera. ¿Qué lleva al mejor a equivocar la estrategia de su propia carrera? Quizá la pregunta deba ser: ¿ni siquiera el mejor puede elegir correctamente? O incluso: ¿El que yerra en su elección puede seguir siendo calificado como el mejor?

"El camino recto", foto por PCA (c)
“El mejor ciclista de todos los tiempos”, así fue calificado después de ganar el Tour de Francia siete veces consecutivas desde 1999. Acusado de dopaje sistemático en 2012, fue desposeído de todos sus títulos obtenidos desde 1998. Finalmente, ya retirado, admitió haber usado sustancias dopantes, tanto él como todo su equipo, para mejorar el rendimiento durante su carrera en activo. ¿Qué impulsa a alguien a poner en riesgo su propia salud a cambio de fama? ¿Cuándo deja de importar ser honesto con uno mismo y con los demás? ¿Las trampas y los engaños constituyen el único camino al triunfo?

Ministro, Vicepresidente del Gobierno, Director Gerente del Fondo Monetario Internacional, Presidente de uno de los bancos más grandes de España, en definitiva, ha sido uno de los españoles que ha ostentado mayor poder en el mundo. En 2015, fue detenido y está siendo investigado por fraude, alzamiento de bienes y blanqueo de capitales. Se le acusa entre otras cosas de falsificar las cuentas de la entidad bancaria antes de su salida a bolsa. Si las acusaciones fueran ciertas, ¿cómo se llega a esa situación? Una vez llegado a cierto nivel de éxito, ¿se pierde la noción de lo que está bien y lo que está mal? ¿Cómo se llega a ser capaz de cometer un delito a tan gran escala? Quizás al llegar tan alto ya se deben favores a tanta gente que cuesta pagarlos. Pero, ¿y los damnificados que quedan por el camino no importan? Mantener el camino recto siempre, cuando se alcanza el poder, ¿tanto cuesta?

Este es un consejo para mí mismo. Puede que sea dificil. Pero hay que intentarlo.
Que no decidan por ti. Sé honesto, hasta el final, y leal a ti mismo. Y, en todo caso, que no te arrepientas de tus decisiones.

martes, 21 de junio de 2016

Lo que me contaba mi madre (especial 21 de junio)

Diálogo entre sordos
En la puerta de su casa, el marido encuentra al vecino, quien le dice levantando las manos: "Ja ens plou!". El marido entra en casa y le cuenta a su mujer: "El veí ens vol comprar la casa". La mujer le dice a la hija: "El pare em vol comprar unes saies verdes". La hija le contesta a su madre: "Si és bon xic i a vosté li agrada, que passe avant". La hija le explica a su hermano: "La mare té un novio per a mi". El hermano le responde: "Els calçotets me'ls has de fer més estrets de cintura i més amples de camal".
"Odalisca? ", foto por PCA (c)
Diálogos entre un maestro y su alumno
El maestro le pregunta al alumno: "¿Qué es una ODISEA?". "Una señora que baila con la cara tapada". "No, eso es una ODALISCA". "¿No es eso una flor que se regala en una caja?", "No, eso es una ORQUÍDEA". "¿Las orquídeas no son eso que nos quitan de la garganta?". "No, eso son las AMÍGDALAS". "Pues yo creía que las amígdalas son unas señoras con las que tenemos mucha confianza".
Diálogos entre una madre y su hijo
"Mamá, en el colegio dicen que somos una familia rara". "No hagas caso, hijo mío. Termínate ya el vaso de sangre y vete a la cama".
"Mamá, he visto un elefante como esa casa de grande". "Ya te he dicho cincuenta millones de veces que no seas tan exagerado".
"Mamá, el bebé se ha hecho mierda". "No se dice mierda, se dice <se ha hecho caca>". "No, se ha hecho mierda, se ha caído por el hueco del ascensor".

domingo, 19 de junio de 2016

Lo que me contaba mi madre (III)




"La Higuera", de Juana de Ibarbourou
Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises,
"La Higuera", foto de PCA (c)
yo le tengo piedad a la higuera. 
En mi quinta hay cien árboles bellos,
ciruelos redondos, limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.
En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.
Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos que nunca
de apretados capullos se viste...
Por eso,
cada vez que yo paso a su lado,
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
«Es la higuera el más bello
de los árboles todos del huerto».
Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!
Y tal vez, a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo le cuente:
¡Hoy a mí me dijeron hermosa!

jueves, 26 de mayo de 2016

Diacronía (poema)

Diacronía (poema)

Si mis brazos rodean tus brazos, te desembarazas a empujones.
Cuando te acercas con deseo, doy media vuelta y me voy.
Por cada atención mía, siento sólo tu desprecio.
Y si en cambio guardo silencio, soy según tú malintencionado.

Una flor en tu mirada paga cada uno de mis reproches.
Pero un momento más a solas es tu mejor excusa para marchar.
Finjo y finges que todo está en su justo sitio.
Mientras crujen las jácenas de nuestra vida, en riesgo de ruina.

En nuestro aniversario, un felicidades frente a un no estoy de humor.
Y un dame un beso recibe un no acepto tus órdenes.
Una visita inesperada siempre es mi venganza predilecta.
Si se te escapa un te quiero, te respondo un déjame en paz.

Así seguimos día a día, mes a mes.
Yo no puedo vivir y tú no quieres que yo viva.
Al final buscas caer en blando, y lo que encuentras ya es la dura roca.
Llega así la noche aciaga, en que tú explotas y yo me derrumbo.

Pero pasa la borrasca y, al llegar la mañana, todo vuelve a empezar.
Eternamente, rueda la rueda de nuestra diacronía.
Porque yo no puedo vivir y tú tampoco... 
si no es contigo, si no es conmigo.

Anónimo.

Caseta con pozo, cerca de Sarrión (Teruel) (foto por PCA (c))

lunes, 2 de mayo de 2016

Lo que me contaba mi madre (II)




"Mi corazón se ha dormido", de Antonio Machado
¿Mi corazón se ha dormido?
Colmenares de mis sueños,
¿ya no labráis? ¿Está seca
la noria del pensamiento,
los cangilones vacíos,
girando, de sombra llenos?
No, mi corazón no duerme.
Está despierto, despierto.
Ni duerme ni sueña. Mira,
con claros ojos abiertos,
señas lejanas y escucha
a orillas del gran silencio.

"Ojos claros", foto de PCA (c)
"Madrigal", de Gutierre de Cetina
Ojos claros, serenos,
si de dulce mirar sois alabados
¿por qué si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos
más bellos parecéis a aquel que os mira.
No me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay, tormentos rabiosos!
Ojos claros serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.





jueves, 21 de abril de 2016

Poema del olvido

Poema del olvido

Aún no sé de qué raíz brotó mi alma atormentada. 
Pero en aquel instante olvidé todo lo que recordaba.

Perseguí colores durante años, con zapatos desgastados.
A veces al paso y muchas otras a galope tendido. 
No conseguí con ello más que muchos desengaños. 
Vagos fueron los recuerdos que encontraba. 
Vagos y contradictorios; cada uno de ellos, un oxímoron indeciso.

Quise ser otro y en otro me convertí. 
Elegí primero ser quimera, alada y majestuosa. 
Pensé de este modo recuperar aforismos e incluso tesis. 
Tras abejas laboriosas volé, intentando aprender algo. 
Pero era magenta mi ánimo y pareidolias engañaban mi razón.

Nuevos intentos más hice de renacer
en seres cada vez más atribulados. 
Fui zorro y hormiga; después delfín y foca. 
No conseguí aprender demasiado, 
ni siquiera siendo libélula, ni aún cuando me convertí en gorrión. 

Hasta que no fui infante, no conseguí recordar nada. 
Aprendí así que, siendo cada vez más joven, iba recuperando mi memoria.
Pensamientos que, poco a poco, volvían a mí, desordenados pero claros. 
Hoy no soy más que un rorro, en el día de mi último estertor. 
Y hoy he recuperado, por fin, todo aquello que al principio conocía. 

De qué me servirá este bagaje, si no tengo ya alforjas donde portarlo.
De qué me valdrá eso ahora, si todo está ya en tinieblas...

Anónimo
"Paseo olvidado en invierno", en Virgen de la Vega (Teruel) (foto por PCA (c))


sábado, 26 de marzo de 2016

Lo que me contaba mi madre (I)

Voy a comenzar con una serie de escritos que dejó mi madre. Contienen historias, sainetes, chistes y poemas que en muchas ocasiones nos contó a mi y a mis hermanos; y más tarde a mis hijos y mis sobrinos, sus nietos. Pero eso será el próximo día. Hoy, sábado de gloria, me gustaría recordarla con un poema que su querida prima le dedicó.
Todo el mundo tiene primos
y no les dan importancia
porque, según parece,
se quieren más a "yayos" y "yayas"
y de los demás se pasa. 
"Yaya y nieto", foto de PCA (c)
Bueno, pues yo no soy yaya,
pero tengo un ser leal
que me llena de euforia.
Es una tía genial.
Es mi prima Mari Gloria. 
Es alegre y vivaracha.
Le gusta mucho cantar
y sabe hacer unas cocas
que, si las comes un día,
ya no podrás parar. 
Además de cuidar nietos,
de cocinar y de cantar,
tiene otra cualidad
que es digna de destacar:
es una gran escritora. 
Siempre le gusta plasmar
en el papel sus vivencias,
ya sea para bien o mal.
Tiene un don muy especial
para poder transmitir
todo lo que en su vida pasa.
Y cuando esas líneas lees
ya te sientes en su casa. 
Por todo eso yo digo:
no tengo nietos bonicos
con quien subirme a una noria,
pero Dios me ha dado a cambio
a mi prima Mari Gloria. 
Mary Carmen Lázaro 

miércoles, 9 de marzo de 2016

Hikikomori

Llamadme Kevin. Es como me conocen mis amigos, bueno, así los llamo yo. La loquera me ha dicho que no son amigos míos, porque nunca les he visto personalmente; tampoco he compartido con ellos experiencias ni alegrías ni penas. Los conocí por la red. Pero son las únicas personas que me entienden. Comparto con ellos el tiempo, ya sea de día o de noche, en el refugio de mi cuarto. Llevo 3 años, 5 meses y 14 días sin salir de mi habitación. No tengo contacto con nadie; no quiero tenerlo; no lo necesito. Con nadie, salvo con mis amigos de la red. Ellos tampoco salen nunca. El mayor de todos ellos, Buzz, lleva 18 años en su habitación, durante los cuales sólo ha salido una vez, obligado por los bomberos cuando se produjo un incendio en casa de su vecina. Es nuestro ídolo.

Bueno, a veces dejo entrar a mi madre, de vez en cuando, una o dos veces al mes. Ella pone un poco de orden en el cuarto y se va. Ha aprendido a no preguntar y ya no me da la lata. Por eso dejo que entre. Cada día me deja la comida y la cena en la puerta y yo sólo tengo que dejar después la bandeja en el mismo lugar. Ya no veo a mi padre, creo que se ha cansado de mí. Al principio, no paraba de reñirme. Sus broncas eran diarias. Me chillaba durante horas desde el pasillo. Golpeaba la puerta, intentaba abrirla sin éxito, por el cerrojo que instalé. Poco a poco fueron remitiendo sus reproches. Supongo que ya ni se preocupa por mí. También hace 3 años que no veo a mi hermana. En realidad, no me hablo con ella desde mucho antes. Serán más de 5 años sin dirigirnos la palabra, desde un día en que me llamó "marica" y "soplapoyas".

Kevin, hikikomori (foto de la wikipedia)
El director de mi instituto ha intentado verme varias veces en este tiempo. No lo ha conseguido. Recientemente ha venido acompañado de una mujer, quien me hablaba a través de la puerta cerrada. Me decía que era psicóloga y que estaba muy interesada en mi "caso", como ella lo llamaba. En las dos últimas ocasiones, dejé que entrara. Es maja, la loquera. Quiere saber el motivo por el que ya no salgo. No intenta que yo cambie, sólo le gustaría conocer porqué lo hago, desde el punto de vista profesional. Pero, aunque yo pudiera explicárselo, creo que no lo comprendería. Nos llama hikikomori, a mis amigos y a mí. Es una palabra japonesa que significa aislado o algo parecido, pero yo no vivo aislado, tengo amigos. Ella me ha animado a escribir esto.

Ocurre sin darte cuenta. Al principio, sales de clase con prisa, deseando regresar a casa. Los demás compañeros se quedan un rato en un bar charlando, fumando o tomando algo. Sabes que no necesitas eso. No quieres compañía. No quieres estar en la calle o en el bar, son lugares que te ponen nervioso. Estas inquieto hasta que puedes entrar en el portal. Y, una vez en casa, no te encuentras a gusto más que en tu habitación. No soportas estar en el salón, con la familia. Necesitas la soledad. Tu cuarto es el único sitio donde te encuentras seguro y tranquilo. Un día, ya no te apetece salir de casa. La calle se te antoja peligrosa e insegura. Pero tus padres te obligan a ir a clase. Te montan el pollo y no tienes más remedio que introducirte entre la muchedumbre. Caminas aprisa para llegar cuanto antes y te refugias tras tu pupitre. Más deprisa aún haces el camino de regreso. Y decides que no lo vas a hacer más. Decides que aquél fue el último día.

"¡Peligro!" (foto por PCA (c))
La gente no me ha tratado mal del todo. Normalmente, siempre se han metido conmigo, eso es verdad. En el colegio, me llamaban "abuela", porque hablaba solo. Suelo contarme cosas a mí mismo en voz alta. Y eso les hacía gracia. "Hola, abuela, ¿está usted hablando sola otra vez?, ¿ya se ha tomado la tisana?" y frases por el estilo era lo que me decían. Nada grave. Supongo que me veían algo rarito, comparado con ellos. Ninguna agresión física. Pero todo aquello quedó atrás. El rarito, el diferente, el aislado ya no está allí. Ya no necesito estar allí, porque me encuentro perfectamente aquí.


Tengo 17 años y no saldré jamás. Aquí estoy bien. Tengo lo que necesito: la seguridad de mi cuarto; un ordenador conectado a internet; videojuegos y pelis con las que paso el tiempo; comida que mi madre trae cada día. Y carezco de lo que no necesito: el coñazo de las compañías, la obligación de quedar bien con todos, la falsedad de las personas, los peligros de la calle. La loquera me pregunta cuánto tiempo más estaré así. No puedo responderle. Quién sabe cuánto tiempo más viviré.

martes, 23 de febrero de 2016

Una de dos...

- ¡Alguien se está tirando a mi mujer!
- Pero, ¿qué dices, tío?
- Sí. Te digo que alguien se está tirando a mi chica. Y voy a averiguar quién es.
- ¿Cómo lo sabes?
- No sé. Simplemente, lo presiento. Ella está... más guapa. Ha vuelto ese brillo, esa mirada reluciente en sus ojos. La que tenía cuando nos conocimos, cuando nos enamoramos. La que no veo desde hace tantos años...
- Y ahora la has vuelto a ver y crees que es porque ella se ha vuelto a enamorar. Pero, ¿estás seguro de que hay otro?
- Segurísimo. Tengo pruebas de que anoche mismo ocurrió.
- ¿Anoche? ¿Quién le haría el amor a tu propia chica mientras tú estabas fuera haciendo el amor?

"Who's making love", Johnny Taylor, 

- Averiguaré quién es y le daré un buen escarmiento.
- ¡Venga ya! Dejas a tu mujer en casa sola para pasar la noche fuera con otra y te molesta que ella reciba visitas. ¡Estás celoso!
- Pues sí. Estoy celoso. No puedo evitarlo.
- Entonces, ¿por qué te vas con otra? No entiendo por qué no estás con tu mujer todo el tiempo y eres tú quien le haces el amor.
- Porque no tenemos nada en común. Al principio eso nos daba igual. Pero desde hace un tiempo las diferencias entre nosotros se han convertido en una barrera. Somos tan diferentes, que no sé qué hacemos aún juntos.
- Esas diferencias os pesan y cada uno ha buscado a otro más afín. ¿No es eso? Sin embargo, tú estás celoso.
- Sí. Pensar que está con otro me está trastornando. No puedo soportarlo.
- ¿Sabes que ella te desea, a pesar de todo? Me lo ha dicho.
- ¿Qué dices?
- Sí. Sé que os amáis. Se os nota.
Es cierto que sois muy diferentes. A ella le gusta madrugar y a ti dormir hasta tarde. Ella es de mar y tú eres más de montaña. Ella necesita gente a su alrededor y tu estás cómodo en la soledad. Ella tiene un trabajo de éxito y tu estás en el paro. Aparentemente no tenéis nada en común. Pero tenéis algo muy valioso que no apreciáis: el deseo, ese punto de contacto entre ambos, el pegamento que hace que no os podáis separar a pesar de haberlo intentado una y otra vez. Os complementáis, encajáis mutuamente, como las únicas dos piezas de un puzzle que emparejan. Cada uno de vosotros admira del otro lo que él mismo no tiene. De lo que uno carece al otro le sobra. ¿Quien se atreve a decir que esto, algo tan importante, que compartís, no es valioso?
- Entonces...
- Entonces, corre. ¡Ve con ella! No la vuelvas a dejar sola. No sigas perdiendo el tiempo. No sigáis metiendo la pata.
- ¡Voy! Pero, necesito saberlo... ¿quién se tiraba a mi chica anoche mientras yo estaba fuera?
- Tranquilo, fui yo.
- ¿Cómo dices? Te mato ahora mismo.
- Encájame el directo, que te doy...

"Una de dos", Luís Eduardo Aute

...pero, no pudo ser.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Recuerdos de mis abuelos

Muchas de las cosas que escribió mi abuelo Manuel Aparici Cerveró forman parte de mis recuerdos. El taller de cerrajería de la calle Pizarro está muy claro en mi memoria. Las puertas verdes con cristaleras y con aquel timbre que sonaba al abrirse. El suelo, adoquinado, que era regado todas las tardes por Alberto, el último operario que allí trabajó, antes de cerrar. Las bancadas de trabajo, con sus morsas de sujeción y sus yunques donde continuamente se martilleaba con rítmico tintineo. Las muestras de cerraduras, para enseñar a los clientes el mecanismo patentado de cierre "arriba y abajo". La pizarra de los pedidos y los armarios de madera para las herramientas. El pie de cabra apoyado en un banco de trabajo. La llave del portal colgando de su clavo. La escalera de subida a la naya, siempre en total oscuridad, donde se encontraba el teléfono. El despachito, con sus albaranes sobre el escritorio y sus bocetos sobre las paredes. La báscula, junto a la puerta de salida al patio. Y el patio, lleno de polvo, donde se encontraba la fragua y las ruedas de correa sin fin que movían las máquinas.

Taller de cerrajería, parecido al de la calle Pizarro de Valencia (foto de la wikipedia)
Por allí corríamos mis hermanos y yo. Allí teníamos los coches que conducíamos a toda velocidad. Allí crecimos junto a nuestro "pepé", como nos hacía llamarle, y nuestra yaya Gloria.

Nada de eso queda ya. El edificio entero fue demolido a principios de este siglo para construir otro de nueva planta donde se ubicó "Corporación Dermoestética" hasta su cierre. Pero, si se tiene paciencia y se sabe donde mirar, aún pueden descubrirse muchos de los trabajos que se hicieron en el taller.

Crucifijo, por Manuel Aparici Cerveró
Hace varios años, visité  la consulta de un médico en la Gran Vía Marqués del Turia que tenía uno de los cierres de seguridad que mi abuelo ideó, seguramente montado por Alberto, con su etiqueta metálica de la marca "Talleres Aparici". Pocos de esos cierres, instalados por todo el "Ensanche" de la ciudad, sobrevivirán ya, sustituidos, es lo más probable, por otros más modernos en puertas acorazadas. En cuanto a las puertas de zaguán y las rejas que se mencionan en los escritos, fabricadas en el taller, permanecen aún algunas de ellas, como puede comprobarse en las fotos que yo mismo saqué y que ilustran los posts anteriores.

En casa de mis padres, en la Avenida de Aragón nº 40, hay más productos fabricados en el taller, entre ellos: varios maceteros, un crucifijo, una imagen de la virgen con el niño y una mesa de hierro plegable.

Los cochecitos de niño han desaparecido; es una lástima, pero no sé dónde están. Mi abuelo siempre contaba que le ofrecieron mucho dinero por ellos, pero nunca los quiso vender. A pesar de eso, se perdió  la pista de ellos. Guardo en mi casa de Alfara de la Baronía un juego fabricado por él, del que tengo una gran estima: un futbolín de madera con las patas plegables y cuyas 22 figuras, pintadas con los colores del Valencia C.F. y del Athletic Club de Bilbao, son de plomo. Y poseo algo más valioso: los recuerdos de todo ello que ahora reviven.

Futbolín de madera, por Manuel Aparici Cerveró
Cuando tenía 14 años falleció mi yaya Gloria. Recuerdo que pasó mucho tiempo enferma y que durante ese periodo no íbamos a verla. Un día, después de muchos meses, mi madre me mandó a su casa a por un recado y la vi. Al día siguiente, ella falleció. Mi abuelo, "el pepé", le sobrevivió muchos años y finalmente también le tocó el turno. Hace pocos meses, mi madre siguió el mismo camino. Ojalá que, cuando me toque a mí, haya hecho tanto bien como hizo mi yaya, haya dejado la impronta de mi trabajo como lo hizo "el pepé" y pueda ser tan admirada mi vida como la de mi mamá.

sábado, 16 de enero de 2016

Memorias de D. Manuel Aparici Cerveró (y IV)

Dos miembros de la familia Cerveró destacaron:

- Mi tío, primer hijo del primer matrimonio de mi abuelo materno, D. Luis Cerveró, que llegó a ser Director Jefe de Correos y Telégrafos, con residencia en Madrid. Tenía un palacete en Ciudad Lineal, cerca de Madrid. A su fallecimiento, mi madre Ángeles Cerveró Tamarit, 2ª hija del tercer matrimonio, heredó su parte correspondiente, como uno de los herederos de la familia, que era muy numerosa (9 hijos y descendientes).

Manuel Aparici con su hija 
MªÁngeles Gloria
- Otra tía, Concha Cerveró Soriano, hija del 2º matrimonio, con estudios de comadrona trabajó muchos años como ayudante del ginecólogo Doctor Lledó. Asistió al parto de mi hija María de los Ángeles Gloria Aparici Bosch el 12 de febrero de 1937.

Al parto de mi hijo Manolo el 25 de marzo de 1935 asistió el Doctor D. Tomás Alcober (me dijo que lo que iba a hacer tenía que ver con mis estudios, se preparó un par de fórceps de acero con los que ayudó a nacer a Manolo), que era padre del también doctor Tomás Alcober y amigo mío, desde sus estudios en la Facultad y sus aficiones a los análisis del embarazo. Por este motivo, y como industrial de la Facultad de Medicina y con su colaboración, tuve que construir innumerables jaulas metálicas para trabajos con ratones, perros, etc., para la investigación y estudio en los laboratorios de la Facultad que yo en aquella época frecuentaba, porque siempre me ha gustado la investigación y el trabajo de taller.



Resultado de esta afición a la que tenía que invertir muchas horas extra, fueron las patentes de invención de los cierres y cerraduras de seguridad que en una época se hicieron famosos, en los talleres Aparici, en la calle Pizarro 13 bajo izq., cuya finca edificó de planta mi abuelo paterno D. Vicente Aparici en 1880.

Etiqueta que aparece siempre en todos los cierres de seguridad instalados
Mi abuelo materno hizo dos cosas en el chaflán de la calle Cirilo Amorós 19 y Félix Pizcueta 21, donde vivía con su numerosa familia. Dicen que el tercer matrimonio con una de las dos hijas del procurador de los marqueses de Almunia, dona Vicenta Tamarit, que vivían en la plaza Almunia, cerca de la basílica de la Virgen de los Desamparados, tuvo mucho revuelo, sobre todo con las hijas solteras que aún le quedaban, pues se casó con una señora que tenía la edad de sus hijos. Y aún tuvo dos hijos más: un varón, y la última fue mi madre, Ángeles Cerveró Tamarit, que se casó con mi padre don Manuel Aparici Herrero, también con una diferencia de 23 años.

Otro de los familiares que destacó fue Enrique Lázaro Zaragozá, casado con mi hermana Carmen, que residen en Madrid, en calle San Agustín 18-1º D. Es Oficial de Telégrafos por oposición, Ingeniero de Telecomunicaciones, número uno de su promoción; por ese motivo ingresó en el cuerpo de Ingenieros del Ministerio de la Gobernación en Madrid. Montó las instalaciones de teletipos de la Prensa Nacional y Extranjera, en Burgos y en Madrid. Por estos trabajos se le ha recompensado, concediéndole la medalla de Isabel la Católica. También montó los aparatos de telefonía de la Compañía Telefónica, situada en Madrid en la calle Río Rosas. Muy aficionado a la radio, construía aparatos de galena con auriculares, que se oían muy bien. De carácter abierto y liberal, estuvo destinado en Palma de Mallorca, en la calle Gerónimo Antich, donde estuve 10 días, cuando mi hijo tenía 1 año. Por cierto, que regresamos por casualidad en el último barco que pudo salir de Palma a Valencia, pues al día siguiente, Palma ya no era zona nacional.

Buque de Transmediterránea "Ciudad de Palma", antes de ser transformado en fragata de guerra (foto por wikipedia)
En el último barco de ida a Palma fue su hermano Roberto y no pudo regresar a Valencia hasta que terminó la guerra (3 años después). Cuando volvió, se casó con una vecina de donde vivían y, cosas de la vida, falleció de repente en el mismo despacho del Banco de Bilbao. Estaba empleado en dicho Banco en la calle de las Barcas de Valencia, donde ingresó mi hijo a sus 17 años, en 1952, con el número uno, de los muchos que se presentaron de fuera del Banco. Era Perito Mercantil y luego estudió para Profesor Mercantil.

sábado, 2 de enero de 2016

De cara al muro (de la vida)

Domingo 15 de noviembre de 2020, 12:00 A.M.
Paseo marítimo, Ciudad de Valencia.

¿Cómo va la cosa? Han pasado ya 29 años desde que en 1991 dejé la casa de mis padres para casarme por primera vez. Durante ese tiempo, he tenido varias parejas en diferentes periodos de tiempo. Con la última, llevo más de una década de convivencia, varias veces interrumpida por distintos conflictos. A pesar de todo, tengo que decir que estoy con quien quiero estar. En este tiempo, han pasado cosas buenas y otras no tan buenas. Hoy mismo hemos tenido una de nuestras habituales discusiones domésticas. Aunque estoy bien, sólo un poco triste. He salido yo solo a pasear, para despejarme y pensar un poco. En otro tiempo, estaría preocupado por el momento de volver a casa. Ahora, ya no. Cuando los ánimos estén más calmados, llegará el momento de la reconciliación. Así lo tenemos acordado: nunca dejar que acabe la jornada sin perdonar ni pedir perdón. Pactos como este son la garantia de supervivencia de nuestra relación, aunque en el momento de formalizarlos no los creí necesarios. En una época anterior, no tuve estas precauciones y las incontables dificultades de la vida llegaron a destrozar un amor que pensaba indestructible, cosa que me produjo un gran sufrimiento. Cualquier roce puede erosionar la vida en pareja y hay que estar preparado si se la quiere cuidar.
Paseo marítimo en un día otoñal, foto anónima

¡Bien hecho hasta ahora! Sí, pero aún queda mucho para alcanzar la meta que nos hemos marcado. Hace 5 años, pasamos una crisis importante que nos llevó a interrumpir un tiempo nuestra relación. Entonces compartíamos pocos pactos y muchos reproches. Tras unos meses duros y turbulentos, decidí abandonar, rendirme. Y, aunque al principio no creí posible que sucedería, pasados varios meses, me arrepentí de mi decisión. Como no puede separarse lo que es uno, finalmente volvimos juntos. Tras un esfuerzo tremendo por recuperar lo perdido, continuamos nuestro camino en común, eso sí, sufriendo en cada uno de nuestros altibajos. Y asi, ya llevamos 13 años juntos. Nunca he estado tanto tiempo con alguien. Quizá pague el esfuerzo que llevo realizado y, dentro de poco, piense que ya no puedo más, que este esfuerzo ya no vale la pena, que es demasiado el sufrimento. Puede que encuentre mi “muro”, que piense de nuevo en abandonar.

¡Mira cómo van algunos ya! En mis paseos veo mucha gente sola. Parecen tristes y melancólicos. Unos han abandonado y otros han sido abandonados. En cualquier caso, con su relación rota, acabada, sin esperanza, pasando su particular “calvario”. Qué diferencia con el ambiente optimista del principio de las relaciones. Si hay un momento mágico de felicidad, ése es durante los primeros meses, cuando todo sorprende y la quimica de los cuerpos se alborota, antes de que las diferencias que existen sean apreciables. Es muy curioso esto, pero os aseguro que, en esos momentos, no hay tristeza.

¡Acaba lo que has empezado! Cuando uno encuentra una dificultad en la vida, es fácil encontrar excusas para abandonar: estoy cansado, me duele, no merece el esfuerzo... Hoy no quiero pensar en muros ni en rendiciones. En otras ocasiones he podido fallar, me he hundido o he dejado de luchar antes de terminar. Hoy no voy a cometer ese error. He pasado mucho antes de llegar hasta aquí y debo acabar lo que he empiezado, haciéndolo lo mejor posible. Además, confío en mí totalmente. Voy a marcarme un nuevo objetivo: llegar a los 80 años satisfecho de haber vivido como yo decidí y con quien yo decidí. Para ello, debo ser fuerte. Muchas serán las dificultades. Supondrá superar desprecios, incomprensión, falta de respeto, incluso chantajes provinietes de personas muy queridas. Significará un gran reto, pero creo que puedo lograrlo.

"La Femella", foto por PCA (c)

¡Ánimo, continúa! Aunque ya tengo 53 años, aún creo posible conocer gente que me ayude a seguir. Y mi familia y amigos, es seguro, estarán cerca apoyándome. Hace poco aprendí que no se debe sacrificar la felicidad propia por nada ni por nadie. Porque solo si consigues ser feliz, podrás hacer felices a los demás. Los que te quieren se sentirán bien y felices en la medida en que te vean feliz. Y es esta felicidad, que se refuerza entre todos, la que da las ganas de vivir y de seguir adelante. Estoy deseando experimentar la satisfacción de conseguir lo que me he propuesto. Hoy no voy a rendirme.